Aida Corral de Vallejo, 13 de julio de 1925 - 10 de enero de 2004 |
Los
ojos del azul grisáceo más triste del mundo
tú
los tenías, madre.
Cuando
me mirabas lo hacías con alegría melancólica
—mujer
doliente de abandonos que a la caída del sol
calentabas
la cena al rescoldo de carbones adormilados—
pero
tus ojos llenaban de luz mis tardes niñas de soledad oscuras.
¡Qué
esperanzas carcomidas por el óxido del tiempo
acumulaba
tu mirada susurrante de rosario y letanías sin fin!
¡Qué
torrente de ilusiones en el desván de tu inconsciencia
atravesaba
tu mirada como catarata de plegarias desatendidas!
El
color de tus ojos es el centro de luz de una foto pintada a mano
retrato
que cuelga como un mural de tu memoria resplandeciente.
Los
ojos del azul grisáceo más tierno del mundo
acarician
mi noche oscura, madre.
Muy bello, Raúl.
ResponderEliminarUn abrazo,
Lucre
Gracias querido Raúl por escribir este poema que a mí me recordó a mi madre por eso de los "ojos del azul grisáceo más triste del mundo" y por eso de la "mirada susurrante de rosario y letanías sin fin".
ResponderEliminarUn abrazo,
Ines
Te sigo de la única forma en que puedo: leyendo tu obra. Lo hice cuando apenas tenía 12 años y desde ese instante, aquel cuento se convirtió en una meta para mí: escribir. Gracias por Destellos en el mar.
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