José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).
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domingo, mayo 10, 2015

Los ojos de mi madre



Aida Corral de Vallejo, 13 de julio de 1925 - 10 de enero de 2004




Los ojos del azul grisáceo más triste del mundo
tú los tenías, madre.

Cuando me mirabas lo hacías con alegría melancólica
—mujer doliente de abandonos que a la caída del sol
calentabas la cena al rescoldo de carbones adormilados—
pero tus ojos llenaban de luz mis tardes niñas de soledad oscuras.
¡Qué esperanzas carcomidas por el óxido del tiempo
acumulaba tu mirada susurrante de rosario y letanías sin fin!
¡Qué torrente de ilusiones en el desván de tu inconsciencia
atravesaba tu mirada como catarata de plegarias desatendidas!
El color de tus ojos es el centro de luz de una foto pintada a mano
retrato que cuelga como un mural de tu memoria resplandeciente.

Los ojos del azul grisáceo más tierno del mundo
acarician mi noche oscura, madre.