O cómo los medios ecuatorianos manejaron tendenciosamente la noticia sobre un video presentado a la fiscalía del Guayas por Emilio Palacio como una “prueba” de que el presidente Correa había ordenado disparar el 30-S.
El contenido del video
Los hechos son implacables frente a las especulaciones; por eso, antes que nada, es necesario escuchar lo que dice el presidente Correa en el video que Emilio Palacio presentó el miércoles 17 de agosto a la fiscalía del Guayas como “prueba” de que aquél había ordenado disparar al cuerpo de las personas el 30 de septiembre de 2010. He aquí lo que dice el presidente Correa: “Dígales que le lancen gas al presidente y un tiro en el pecho, antes que traicionar así a la patria. Los que están haciendo eso son unos traidores a la patria.”
El contenido es claro, las palabras del presidente Correa son las que se escuchan y corresponden, de manera consecuente tanto política como emocionalmente, a la actitud que él asumió durante los sucesos de aquel día aciago para la democracia puesto que estuvo a punto de concretarse un golpe de Estado.
¿Por qué, entonces, los principales medios ecuatorianos, al menos en sus versiones online, presentaron tanto el video como el tratamiento noticioso del mismo como si fuera un suceso esclarecedor cuando, a todas luces, se trata de una mentira pues el denunciante sugiere que el presidente Correa dijo una cosa diferente a la que en el video se escucha que dijo?
¿Y dónde quedó la ética periodística?
La ética periodística suele quedar en el olvido cuando lo que mueve a quienes fungen de periodistas no es la búsqueda de lo verdadero sino el prejuicio ideológico y la utilización de los espacios de prensa para fines políticos. Y no es que sea negativo per se hacer periodismo político; lo que sucede es que los lectores tienen el derecho de conocer desde qué ideología, desde qué toma de partido, desde qué intereses y con qué objetivo político un medio o sus periodistas informan o analizan. Lo antiético es que, convertidos ya en actores políticos que defienden ideologías e intereses concretos, algunos medios pretendan seguir fungiendo de independientes y profesionales.
En el tratamiento noticioso del video presentado por Palacio, los principales medios ecuatorianos incurrieron en amarillismo y falta de profesionalismo pues pretendieron armar un escándalo mediático a través de la sobre exposición noticiosa de un mentira burda, utilizaron titulares que buscaban escamotear la verdad y se olvidaron de las preguntas elementales a la hora de pesar el valor periodístico de un documento.
Manipulación al presentar la noticia
El amarillismo fue la tónica desde el primer momento. En general, los titulares insinuaron que se trataba de una prueba fundamental para el proceso. Tomando en cuenta que mucha gente solo lee los titulares y, a lo sumo, la introducción de la noticia, el sensacionalismo, típico del amarillismo periodístico, fue una táctica para generar dudas sobre la versión oficial y apuntalar la “acusación” de Palacio.
Así, el 17 de agosto, Expreso, tituló “Palacio revela vídeo que un policía grabó de Correa”. En el desarrollo de la noticia, el reportero se vale de una fuente anónima y no contrasta la información: “En el escrito, el supuesto agente relata que filmó cuando Correa llegó a las 09:15 al edificio del Grupo de Operaciones Especiales, y sin bajarse del carro dijo que los oficiales allí presentes “debíamos ir a poner orden, para lo cual debíamos darles a los responsables un tiro en el pecho por traicionar a la patria.” ¿Acaso el reportero no tuvo acceso al video para contrastar lo que cita textualmente como dicho por un agente no identificado frente a lo que realmente dice el presidente Correa?
Al día siguiente, el mismo Expreso, tergiversando la realidad, tituló el seguimiento de la noticia así: “El Gobierno dice que Palacio alteró video”. El gobierno jamás dijo que el video había sido alterado, cosa que de haber sucedido —la alteración del video, me refiero— hubiese tenido serias implicaciones penales. Lo que el gobierno hizo fue aclarar las palabras dichas por el presidente Correa que quienes redactaron la noticia en los medios, al parecer, no escucharon bien y optaron, al cubrir la noticia, por copiar la versión incorrecta dada por Palacio en la fiscalía.
El Universo, el 18 de agosto, uso un titular aparentemente neutro: “Emilio Palacio divulga un video nuevo sobre el día de la revuelta policial”. Digo “aparentemente”, porque en el tratamiento de la noticia, El Universo no cuestiona para nada el contenido del video sino que, por el contrario, a pesar de que lo sube en la versión online, reproduce solo una parte de lo que dice el presidente Correa: “En medio de un audio que está entrecortado, se oye al presumible Rafael Correa mencionar en tono enérgico palabras como “lo que están haciendo esto son traidores a la patria”. Pero, claro, de lo que dice antes, es decir: “Dígales que le lancen gas al presidente y un tiro en el pecho, antes que traicionar así a la patria”, no señala nada. En otras palabras, El Universo cita de manera inadecuada las palabras del presidente Correa por cuanto corta el mensaje completo. Y, esto, ¿por qué?; porque de haber puesto el mensaje completo la noticia generada por Palacio en el sentido de que existía una prueba que le daba la razón hubiese quedado en nada.
Al día siguiente, El Universo, en vez de aclarar el contenido del video y desechar la versión de Palacio más bien lo entrevista dándole más espacio para que éste último afirme: “Emilio Palacio: ‘Si hay dudas respecto al video habría que llamar a los testigos’.” ¡Testigos anónimos de una denuncia anónima de un oficial cuyo nombre se desconoce!
El Comercio, el 18 de agosto, tituló la noticia: “Emilio Palacio entregó un video y documento del 30-S a la Fiscalía”. En primer lugar, no existe ningún “documento” o algo que tenga valor documental sobre el 30-S. En segundo, El Comercio tampoco contrasta la versión de Palacio con lo que dice el propio video presentado por éste, sino que reproduce sin más: “Después mostró [Palacio] la grabación en un ‘tablet’ (una minicomputadora). En las imágenes de baja calidad se ve la espalda de un hombre dentro de un carro plateado. Se escucha, de manera poco clara, una voz masculina: “Un tiro en el pecho (...). Por traicionar a la patria, lo que están haciendo eso son unos traidores a la patria”. ¿También padecen sordera el reportero y los editores de El Comercio? No he visto que El Comercio haya desmentido esta versión.
El diario Hoy confunde a sus lectores el 19 de agosto al titular la noticia: “Gobierno tiene su propia versión del video de Correa”. Es decir que, para los editores de Hoy, existen dos versiones del video: la de Palacio y la del Gobierno. Esto es manipular groseramente la verdad y una falta de objetividad periodística. Lo que tenían que haber hecho los editores de Hoy es contrastar lo que dijo Palacio que decía el video con lo que el video dice. No se trata de una “versión” gubernamental, como si estuviésemos en un debate en el que hay diferentes puntos de vista o con varios testimonios sobre un hecho. El video no miente: ¿por qué Hoy se portó tan reacio a admitir, no la versión del gobierno, sino lo que dice el propio video?
Ninguno de los medios aceptó la verdad: el video no solo que no demuestra que el presidente Correa haya ordenado disparar el 30-S sino que demuestra, de manera contundente, la coherencia anímica, ideológica y política que tuvo el Presidente ese día.
Las preguntas elementales que los medios no se hicieron
La ausencia de profesionalismo de unos actores políticos disfrazados de periodistas se evidenció en el tratamiento de este globo de ensayo cuyo objetivo, al parecer, fue el de escandalizar y crear dudas en la opinión pública. La más elemental de las preguntas es acerca de la fuente: ¿aceptan los periodistas como algo normal una fuente anónima citada por la parte interesada? ¿es presentable plantear “un señor me dijo que tal cosa…” y lanzar la versión de manera tan irresponsable? ¿no diferencian los medios entre lo que es una versión sobre un asunto y un chismorreo con intenciones politiqueras?
En segundo lugar, los medios tenían la obligación de preguntarse por el contenido del video. ¿Tanto les costaba ver el video, repetirlo si no estaba claro, repetirlo otra vez si todavía no escuchaban con claridad, y contrastar el video mismo con la versión dada por Palacio? ¿Por qué aceptaron sin más la versión de Palacio? Lo que está claro es lo que hicieron: aceptar la versión de Palacio para después señalar que el gobierno tenía “otra versión”. Eso es manipular una noticia con el fin de poner al gobierno a la defensiva y luego presentarse como impolutos imparciales. Eso no es juego limpio, es lo que se llama una treta y está al descubierto.
En tercero, ningún medio se preguntó sobre el momento en que fue grabado el video. No tiene sentido decir que antes de que sucediera el secuestro del presidente y las amenazas contra su vida (acordémonos de la grabación de la central de radio patrulla en la que los, a esas alturas, ya golpistas incitaban a “matar a Correa” y que los medios se han encargado de silenciar, de no tomar en cuenta, de no citar, de escamotear en definitiva) el presidente ya había ordenado atacar a los policías insubordinados.
Los medios olvidaron preguntarse por el contexto del video. En periodismo, por ejemplo, una foto no es una verdad por sí misma si no está claro el contexto en el que fue tomada; si por el contrario, alguien utiliza una foto tomada en el pasado, en circunstancias totalmente diferentes al presente, para intentar probar una hipótesis actual, está también manipulando la información y faltando ya no solo a la ética periodística sino, simplemente, a la ética. Esa práctica es propia de las compañas electorales sucias: por ejemplo, si el candidato Mahuad alguna vez, en su juventud, posó como modelo de pantalones de baño de hombres, algún candidato rival sacó la foto para hacerlo aparecer como frívolo en los días de la campaña electoral. Eso es manipulación de un documento y es poco ético.
Poner al mismo nivel noticioso la versión tergiversada que hace Palacio de lo que dice el video con la aclaración del presidente sobre las palabras que dijo es, sencillamente, ofender a la verdad. La ética periodística impone que los medios aclaren que la versión de Palacio es una mentira pero, al parecer, la ética hoy en día es un asunto olvidado porque lo que está primero es librar la batalla contra el proyecto político del gobierno.
A manera de conclusión
Convertidos en actores políticos que se oponen al proyecto político del gobierno de la Revolución Ciudadana, los principales medios ecuatorianos han diseñado una estrategia comunicacional consistente en crear sistemáticamente la mayor cantidad de dudas sobre cualquier declaración, acto u obra del gobierno en cualquier campo de la acción social y, al mismo tiempo, magnificar todo aquello que arroje sospechas sobre el gobierno por nimio o falso que fuere venga de donde viniere.
El problema ético que se desprende de cómo trataron esta noticia es grave en la edición online. Pero mucho más grave es en la edición impresa puesto que, por lo menos en la edición online el lector tenía la posibilidad de ver y escuchar lo que el presidente Correa dice en el video pero en la edición impresa de los medios, el lector tenía que atenerse a lo que el periódico le decía sin poder contrastar inmediatamente la noticia.
La manipulación de una mentira revela una alarmante ausencia de ética periodística pues los medios saben muy bien que, en el tratamiento informático, importa mucho cómo es presentada la noticia la primera vez. Después, cuando alguien tiene que desmentir, el problema se torna cuesta arriba para el involucrado pues en el público siempre quedará la duda sobre las “versiones”. Por supuesto, de esta manifiesta manipulación mediática no se entera la SIP.
En esta guerra mediática, los medios han decidido poner al gobierno a la defensiva y obligarlo siempre a las aclaraciones: eso no es periodismo sino activismo político. Entonces que lo digan de manera clara: que digan a la ciudadanía que se oponen al gobierno y su proyecto político y que digan cuál es el proyecto político alternativo en el que ellos creen.