José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

sábado, diciembre 18, 2021

El pasillo: patrimonio cultural inmaterial de la humanidad

 

El 1 de octubre, día del nacimiento de Julio Jaramillo, se celebra el Día del Pasillo Ecuatoriano; fue institucionalizado mediante Decreto Ejecutivo Nº 1118 suscrito por Sixto Durán Ballén, en 1993.

          
«
Cuando de nuestro amor la llama apasionada, / dentro tu pecho amante contemples extinguida, / ya que sólo por ti la vida me es amada, / el día en que me faltes me arrancaré la vida». Mientras leen estos versos del poema «El alma en los labios», de Medardo Ángel Silva, tararean la música de Francisco Paredes Herrera y, tal vez, les suene muy adentro de ustedes, la voz ruiseñorosa de Julio Jaramillo. «El pasillo, canción y poesía» es el título del expediente de la candidatura del pasillo que fue recibido por la UNESCO el 31 de marzo de 2020 y cuya incorporación a la lista representativa fue resuelta en la XVI reunión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, el 14 de diciembre de 2021.

            ¿Cómo se hizo el expediente que permitió a nuestro país presentar la candidatura del pasillo? Estamos ante un proceso de algunos años en el que han participado muchas personas. Esta inclusión del pasillo en la lista representativa del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad es la confirmación institucional del sentido popular que tiene el género, en muchos casos, alimentado por la poesía modernista. El soneto «Invernal», de José María Egas, musicalizado por Nicasio Safadi, nos lo recuerda: «Hay un libro de versos en tus manos de luna, / en el libro un poema que se deshoja en rosas, / tiendes la vista al cielo y en tus ojos hay una / devoción infinita para mirar las cosas».

            El proceso para la nominación del pasillo a la lista representativa se remonta a 2012. Hubo un compromiso binacional con Colombia para promover la inclusión de la marimba y el pasillo. En 2015, la marimba fue incluida en la lista, pero no se pudo concretar la nominación binacional del pasillo por cambios en las directrices técnicas de la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, de la UNESCO. La Ley Orgánica de Cultura, de 2016, incorporó los postulados generales de la Convención y, por primera vez, legisló sobre el patrimonio inmaterial en Ecuador. Con este margo legal, en 2017, el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, INPC, comenzó la preparación del expediente con la participación de artistas y gestores vinculados al pasillo: el 26 de noviembre de 2018, mediante Acuerdo Ministerial No. 2108-225, del Ministerio de Cultura y Patrimonio, el pasillo fue incorporado a la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial del Ecuador, como paso previo a su candidatura internacional.

            El INPC lideró las tareas académicas y comunitarias que se necesitaban para la elaboración del expediente. Fueron necesarios una investigación histórico-antropológica; talleres, a lo largo del país, con la participación de más de 300 personas entre compositores, artistas, musicólogos, gestores culturales y otros; y la elaboración de un Plan de Salvaguardia. Durante 2019 y 2020, el INPC trabajó el expediente para la postulación en estrecha colaboración con el Museo y Escuela del Pasillo, inaugurado el 3 de diciembre de 2018. Otras instituciones que participaron en este proceso son el Museo de la Música Popular Julio Jaramillo y Escuela del Pasillo Nicasio Safadi, Casa Museo Carlota Jaramillo, Casa de la Música, Fundación Teatro Sucre, Sociedad de Artistas y Compositores Ecuatorianos, SAYCE, Sociedad de Artistas, Intérpretes, Músicos y Productores del Ecuador, SARIME, Asociación de Artistas Profesionales de Pichincha, y otras organizaciones. Finalmente, el 26 de agosto de 2020, el director del INPC, Joaquín Moscoso Novillo, un experto en los temas sobre la conservación del patrimonio cultural a quien debemos el liderazgo de la puntillosa elaboración del expediente, envió la versión revisada del mismo, luego de las observaciones que UNESCO hiciera al documento del 31 de marzo.

            La UNESCO ha señalado que, para los ecuatorianos, el pasillo «se ha convertido con el correr del tiempo en una forma de expresión colectiva que constituyen signo de su identidad y un vínculo de unión con su patria. Hombres y mujeres practican indistintamente el elemento, cuya transmisión a las generaciones más jóvenes se efectúa en el seno de las familias y de centros de aprendizaje, así como por conducto de músicos ambulantes y orquestas populares y municipales».

            El punto 5 de la decisión 16.COM 8.b.11 del Comité Intergubernamental es elogioso para quienes elaboraron el expediente de la candidatura del pasillo: «Felicitar al Estado Parte por un expediente que puede servir como un buen ejemplo de cómo la inscripción de un elemento en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad puede contribuir para asegurar la visibilidad y el reconocimiento del significado del Patrimonio Cultural Intangible en general».

            En el sitio web de Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO está la noticia sobre la resolución del Comité, un ameno y didáctico documental sobre el pasillo realizado por Rodolfo Muñoz, que fue parte del expediente, el expediente completo y otras informaciones relativas a la candidatura. Quienes tengan interés en revisar tales documentos pueden acceder a: "El pasillo": canto y poesía

            En el espíritu y la voz popular, el pasillo permanece como elemento de cohesión social en la historia nacional. El bardo y nuestra alma enamorada continuarán doliéndose de las ilusiones que provienen del ser amado: «Ángel de luz, de aromas y de nieves / cruzó tus labios, con flores de ambrosía / tus pupilas, románticas auroras, / que en oriente serán el albo día». Seguiremos cantando el romance del poeta que nos legó el retrato de una época en la imagen de una mujer morena, bañada en noche de ría: «Guayaquileña bonita, palomita cuculí, / fragancia de los frutales, granito de ajonjolí, / carnecita de canela, blancor de coco al reír, / pelo de noche sin luna, mirada oscura de añil, / ¡no me mires de ese modo porque me voy a morir!». Asimismo, evocaremos como propio, en la nostalgia dominguera de las soledades, el esplín del poeta: «Se va con algo mío la tarde que se aleja; / mi dolor de vivir es un dolor de amar; / y al son de la garúa, en la antigua calleja, / me invade un infinito deseo de llorar». O, invocaremos a las oficiantes de ese otro elemento de nuestra identidad como es el tejido tradicional del sombrero de paja toquilla, también Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde 2012: «Tus secretos no me digas / sigue en tu horma de esperanza / tejiendo sueños de almíbar / y diciendo a labios quedo / oraciones de ambrosía. / Teje teje tejedora / de dedos de clavellina; / teje tejedora / y une mis versos a tu toquilla». En fin, el pasillo, ahora incorporado al patrimonio de la humanidad, continuará siendo parte del espíritu del país en la poesía de nuestro corazón musicado.

 

             

Mis veintiún pasillos favoritos

 

            La siguiente es una lista personalísima, ya que solo responde a mi gusto por las versiones escogidas y está hecha para compartirla con quienes lean esta entrada; por lo mismo, he puesto las canciones sin más orden que el alfabético. Por si quieren escuchar estas versiones, he colocado en el título del pasillo el enlace a los videos que encontré de cada una de ellas.

 

Ángel de luz (letra y música: Benigna Dávalos Villavicencio), versión de Ovidio González y Damiano.

 

Carnaval de la vida (letra: Antonio Plaza; música: Mercedes Silva Echanique), versión de Karla Kanora.

 

El aguacate (letra y música: César Guerrero Tamayo), versión de Patricia González.

 

El alma en los labios (letra: Medardo Ángel Silva; música: Francisco Paredes Herrera), versión de Juan Fernando Velasco y Fonseca.

 

Faltándome tú (letra y música: Carlos Falquez Betancourt), versión de Paulina Tamayo.

 

Guayaquil de mis amores (letra: Lauro Dávila; música: Nicasio Safadi), versión de Julio Jaramillo.

 

Invernal (letra: José María Egas; música: Nicasio Safadi), versión de Margarita Lasso.

 

La oración del olvido (letra: Vicente Amador Flor Cedeño; música: Carlos Teodoro Solís), versión Trío Los Brillantes.

 

La tejedora manabita (letra: Francisco del Castillo; música: Filemón Macías), versión de La Toquilla.

 

Lamparilla (letra: Luz Elisa Borja Martínez; música: Miguel Ángel Casares), versión de Carlos Grijalva.

 

Manabí (letra: Elías Cedeño Jerves; música: Francisco Paredes Herrera), versión de Eduardo Brito Mieles.

 

Mis flores negras (letra: Julio Flórez; música: Carlos Amable Ortiz), versión del Dúo Benítez – Valencia.

 

Náufrago de amor (letra y música: Manuel Mesías Sánchez), versión de Julio Jaramillo.

 

Pasional (letra: Adalberto Ortiz; música: Enrique Espín Yépez), versión de los Hnos. Miño Naranjo.

 

Pequeña ciudadana (letra: Alejandro Carrión; música: Segundo Cueva Celi), versión Homero Hidrobo y el Trío Los Reales.

 

Rebeldía (letra y música: Ángel Leonidas Araujo Chiriboga), versión de Fresia Saavedra.

 

Romance criollo de la niña guayaquileña (letra: Abel Romeo Castillo; música: Nicasio Safadi), versión de Pepe Jaramillo.

 

Romance de mi destino (letra: Abel Romeo Castillo; música: Gonzalo Vera Santos), versión de Beatriz Parra.

 

Sendas distintas (letra y música: Jorge Araujo Chiriboga), versión de Beatriz Gil.

 

Se va con algo mío (letra: Medardo Ángel Silva; música: Gerardo Guevara), versión de Pamela Cortés.

 

Sombras (letra: Rosario Sansores; música: Carlos Brito), versión de Juan Diego Flórez.


domingo, noviembre 21, 2021

Poesía de ruptura sobre el lomo de un caballo mecánico en una calesita renacida

           

Yuliana Ortiz Ruano (Esmeraldas, 1992). Ha publicado Sovoz (Lima: Hanan Harawi, 2016); Canciones desde el fin del mundo (Buenos Aires: Amauta & Yaguar, 2018); y Cuaderno del imposible retorno a Pangea (Valparaíso: Ediciones Libros del Cardo, 2021). Mención de honor en el Concurso de poesía Paralelo 0, 2017 y Primer lugar del Concurso Nacional de Literatura Libre Libro, categoría poesía, 2019. (Fotografía: Ricardo Bohórquez, 2021).

«He sido madre tantas veces / Innumerables partos / Partos como diosas / Partos que me hicieron agua / Doy a luz todos los días / hijos que recojo en los bares / hijos que me encuentro como astros adheridos en la arena de la playa»[1], proclama la yo lírica en un poemario que desmitifica a la familia y pone en evidencia el dolor, el desamor y la violencia sexual de una estructura patriarcal: «El abrazo de la muerte / se sufría en la vieja casa familiar / las mujeres dormíamos con un ojo abierto / con nuestra hermanas adheridas a nuestro cuerpos / paras evitar que los primos nos tocaran»[2]. El padre y la madre han engendrado una hija triste y ese ser doliente logra la reparación de la sobreviviente en el texto poético, consciente de su propia fragilidad. La hablante lírica se rebela, solidaria con sus hermanas, en la libertad del verso para asumir su propio cuerpo y el mundo en medio de dudas y descubrimientos: «Soy una cebolla de capas infinitas / E S C R I B O / para descifrar qué duerme / entre mis cortezas»[3].

            Canciones desde el fin del mundo (2018), de Yuliana Ortiz Ruano (Esmeraldas, 1992), es un poemario que trabaja sobre la violencia y la crueldad a las que se ve enfrentado el cuerpo de una mujer y, al mismo tiempo, sobre la liberación que se logra en el canto y la palabra: «Necesito escribir sobre mi cuerpo / las notas de las canciones del final de los tiempos. / Tejer en mi cabello una trenza / que sirva de oboe / y nos haga esperar la muerte dormidos»[4]. La trenza oboe, el vientre tambor, útero ocarina: el cuerpo es un instrumento que acompaña al canto y el canto es una manera de ser, de vencer la muerte y reencarnarse en la palabra poética. Es también un libro sobre el amor asumido como una experiencia diversa, libre y liberadora: «y sobre todo creer una y otra vez en la revolución de la carne que se cuece siglo tras siglo en el vientre de las niñas en el territorio / cuerpo de tus extremidades»[5]. Y es, asimismo el canto de una voz poética de mujer que habla, solidariamente fundida en la voz de otras mujeres, para construir nuevas sensibilidades de cuerpos emancipados de la tutela patriarcal y fortalecidos desde la conciencia de su propia debilidad: «Himnos nacionales se pierden / en un agujero negro. Hemos vuelto a Pangea. // Padre, / solo los débiles sobrevivimos»[6].

            Este poemario, además, tiene una suerte de poema-manifiesto. Así, en «Canción de amor para un caballo mecánico»[7], el leit motiv del «caballo de hierro en llamas» juega con la idea de velocidad, esbeltez y libertad enfrentada a lo estático, la fuerza y la coraza. La paradoja se ve envuelta en el símbolo de la pasión encendida, esa que se halla en consunción de sí misma y este juego poético le posibilita a la yo lírica la ruptura de todo orden. Un texto lleno de metáforas que revientan la inmovilidad de lo complaciente: «Mi amor / la noche no es otra cosa que el sueño idiota de un dios de barro y cristal […] Yo / única amante separada de tu cuerpo soy un caballo de hierro / en llamas». Un poema de ruptura, de rechazo al mundo tal como es en búsqueda simbólica del retorno a una idílica Pangea: «Celebro este dolor como celebraré la unión de nuestras tierras en una sola / aquí y ahora / no puede ser cierto si no te sumerges conmigo en el vientre de agua que nos vio nacer en uno solo».

           


Canciones desde el fin del mundo
, de Yuliana Ortiz Ruano, a pesar de ciertos excesos verbales, su tendencia a lo críptico y, a ratos, contradicciones en sus sentidos, es un poemario de imágenes poderosas por su apuesta contracultural, de una descarnada desconstrucción de la familia patriarcal y lleno de esperanza en las nuevas formas de amar que se expresan en el canto desde el cuerpo y la poesía: «Un poema es una gota de sangre / sobre la grupa de un blanco equino / que corre despavorido y lee el / Poema/Gota/Sangre / al corazón / de las piedras olvidadas en el río»[8]. Canciones desde el fin del mundo es cancionero de una voz de mujer que sobrevive en un mundo apocalíptico y se reencuentra con su origen como el caballo de la poesía en una calesita renacida.



[1] Yuliana Ortiz Ruano, Canciones desde el fin del mundo, 2da. ed. (Quito: Kikuyo Editorial, 2020), 214.

[2] Ortiz Ruano, Canciones…, 148.

[3] Ortiz Ruano, Canciones…, 104.

[4] Ortiz Ruano, Canciones…, 56.

[5] Ortiz Ruano, Canciones…, 180.

[6] Ortiz Ruano, Canciones…, 64.

[7] Ortiz Ruano, Canciones…, 224-240.

[8] Ortiz Ruano, Canciones…, 112.


domingo, noviembre 14, 2021

A media asta


 

En 2021, hasta noviembre, en las cárceles de Ecuador,

324 personas privadas de libertad han muerto violentamente.

.

 

Etiquetados del mal, son cadáveres que deambulan

a la espera del acta violenta de su defunción

en esa tumba donde habitan sin exequias ni piedad.

 

La patria está de duelo por los vástagos de su propio horror:

los expulsados del hogar y de las iglesias; los que blandieron

el arma culpable del pesar de otros; los desahuciados del mundo,

los que reciben el escupitajo del biempensante y la caricia

del alma estrujada de la madre; los parias sin sentencia

en ese infiernillo de esperanzas ciegas; los que robaron para saciar

el hambre de sus hijos y los rebeldes; los desechables de la vida, 

los del rostro culpable que nos hace creer que somos inocentes.

 

¡Cómo no llorar aquellas muertes enterradas

en nuestros corazones muertos! ¡Cómo no llorarnos!