La Virgen Churona frente a Felipe III en la Plaza Mayor de Madrid. Foto de María Fernanda Ampuero. |
En los domingos veraniegos del
parque del Retiro
más amontonados que botellines de
cruzcampo
con canastas repletas de tamales y
cochinillo, mote y chicharrón,
una dicción que mezcla la cerrazón
andina y el desparpajo costeño
con el acento madrileño de todos
los sudacas que creen mimetizarse,
cantan mis hermanos que no conozco
las tonadas tristes
con las que alegramos nuestra vida
en la mitad del mundo.
Deslucen la modernidad de los
españoles de sentimientos discretos,
elegantes, poco afectos al
melodrama pese a las pelis de Almodóvar.
A los niños pijos de la Castellana
les disgusta esa impertinencia migrante
que no olvida el viento melancólico
de los páramos de las serranías
que recuerda con su caminar
desinhibido el bochinche húmedo de un puerto.
Ah, estos pobres sudacas, que se
vayan a los campos de Murcia
que manos se necesitan para esta
vendimia, que se queden en Madrid
arreglando las habitaciones de los
hoteles que llegan los turistas alemanes.
Pero, joder, que no salgan a las
calles con esas cabezas de cerdas
y esas barrigas que sobresalen por
la pretina de los jeans MNG.
Mis hermanos ecuatorianos, sudacas
de pequeña estatura y talla L,
mujeres bellas y dulces como un
durazno de Ambato, que cuidan ancianos,
varones decididos a colocar mil
bloques de cemento para el edificio del día.
Trabajan en todo lo que esos niños
pijos jamás harían aunque les cayera
el ajuste del PP, la severidad de
la Merkel y la abolición de la siesta.
Viven amontonados, ahorrando euros,
con la sonrisa digna del honrado,
Hablan con faltas de ortografía al
pronunciar las ces y las zetas
putean con arrogancia cuando exigen
sus derechos en los consulados
tocan guitarra y cantan en los
condominios para escándalo de sus vecinos
se visten de Zara y han aprendido
el arte del cachondeo y la caña de mediodía.
Los domingos se multiplican en el
Retiro y mis hermanos persisten
celebrando la vida, mezclando a
Sharon con Julio Jaramillo,
llevando en procesiones a la virgen
Churona,
maldiciendo y extrañando y llorando
al paisito, imaginario y real; ¡ah!
y una foto de Barcelona Sporting
Club, de Guayaquil, en la sala del piso en Lavapiés.
A veces, alguno de ellos, contempla
desde el mínimo balcón de su piso
el atractivo vacío que besa el
asfalto húmedo de Otoño
por si llegaran los alguaciles con
el apremio de la orden de desahucio.
Bogotá, 18 de diciembre, Día Internacional del Migrante.