Safo y Erinna en una jardín de Mytilene, 1864, Simeon Solomon (1840 - 1905) |
Anacreonte
(c. 570 – 485 a.C.) es un poeta clásico griego cuya poesía se caracteriza por
su culto hedonista. Para Anacreonte, el amor está signado por la fugacidad y la
experiencia intensa de lo sensual. Entre sus poemas homoeróticos es conocido un
texto dedicado a Cleóbulo: «Oh joven de la mirada
virginal, / tengo ansias de ti y no me entiendes; / y no sabes que, de mi corazón, / tú sostienes
las riendas».
Safo de Lesbos (fallecida alrededor de 580 a. C.) escribió sobre el
amor entre mujeres. Antológico es su poema de despedida a Atthi, cuya familia
la obligó a casarse con un hombre: «Atthi no ha regresado. En
verdad, me gustaría estar muerta. / Al abandonarme, ella lloraba. / “¡Ah Safo!
Mi dolor es inmenso. / Me voy a pesar de ti……” / Y yo le respondí, / “Ve feliz,
recuérdame. / ¡Ah ¡Tú sabes bien cuánto te quiero!”».
La representación del
amor entre parejas del mismo sexo tiene una antigua tradición en la literatura
y el arte, así como también una historia de horror sobre la represión a la
homosexualidad. En el campo literario, basta recordar los dos años de prisión a
los que fue sentenciado Oscar Wilde, en 1895, por “sodomita”. O, peor, el
asesinato de Federico García Lorca, en 1936, que fue fusilado por una mezcla de
confrontación política y homofobia.
Oscar Wilde y Alfred Douglas, amantes, c. 1895 |
Frente al matrimonio
igualitario, recientemente legalizado, existen prejuicios religiosos, sexuales
y culturales. El prejuicio religioso argumenta desde la Biblia y parece no
darse cuenta de que el Estado ecuatoriano es laico. No solo olvida el sentido
metafórico y simbólico de la creación relatada en el Génesis, sino también el
mensaje evangélico de amor al prójimo, que sería la base de la tolerancia y el
respeto, y de la aceptación de la diferencia y la diversidad. El prejuicio
sexual, por su lado, parte de la falsa creencia de que la homosexualidad es una
“enfermedad”, o de que todos los homosexuales son “perversos” y “abusadores en
potencia”. Este prejuicio es la base para oponerse a la adopción de niños por
parejas del mismo sexo. El prejuicio cultural es más amplio y se asienta en las
prácticas cotidianas de la discriminación homofóbicas: desde los chistes más
inocentes y la caricaturización mediática de la homosexualidad, pasando por el
lenguaje soez y machista de las barras bravas del fútbol, alentadas cada
domingo en los estadios, hasta el rechazo irracional y cargado de odio y desprecio en
contra de miembros de la comunidad LGBT.
Lo terrorífico de los prejuicios contra la comunidad
LGBT es que estos contribuyen a la justificación que los violentos invocan para
su odio transfóbico y homofóbico. Según el “Informe hemerográfico
correlacionado a los cambios legales por Orientación Sexual e Identidad de
Género, de 1990 a 2013”, realizado por el BID, de 82 asesinatos en total, el 80
% fueron por identidad de género (79% a transfemeninas, y 1% a
transmasculinos), y el 20 % por orientación sexual. Asimismo, de acuerdo al informe “Runa Sipiy”, de la Asociación Silueta
X, en 2014 hubo 9 asesinatos, de los que 8 fueron a transfemeninas, y 1 a
homosexual; en 2015 – 2016, 8 asesinatos, de los que 6 fueron a transfemeninas
y 2 a homosexuales; en 2017, hubo 15, de los que 10, fueron a transfemeninas, 1
a transmasculinos, 2 a gays, 1 a lesbiana, y 1 a género no confirmado.
En 2009, apareció Niña
errante, que recopila 250 cartas que testimonian el amor entre Gabriela
Mistral y su asistente Doris Dana. El 22 de abril de 1949, Mistral le
escribía: «Tú no me conoces todavía bien, mi amor. Tú ignoras la profundidad de
mi vínculo contigo. Dame tiempo, dámelo, para hacerte un poco feliz. Tenme
paciencia, espera a ver y a oír lo que tú eres para mí». Historia de amor sufrido y clandestino que hubiera
sido otra de no mediar una sociedad homofóbica.
En 1997, fue declarado
inconstitucional el primer inciso del artículo 516 del Código Penal, que
reprimía la homosexualidad con reclusión mayor de 4 a 8 años. Hoy, la legalización del llamado matrimonio civil
igualitario constituye un paso más para construir una ciudadanía sin prejuicios
homofóbicos, que acepte la diversidad. Como escribí en otro lugar:
«Todos somos
LGBTI diseminados en el deseo que carece de sexo, que es un arcoíris cobijando al
género humano y las veleidades de su corazón».
Publicado en Cartón Piedra, revista cultural de El Telégrafo, 21.06.19
Publicado en Cartón Piedra, revista cultural de El Telégrafo, 21.06.19
No hay comentarios:
Publicar un comentario