Lápida de Cervantes en Madrid. |
Nos
desilusiona un poco enterarnos que César Vallejo no murió como escribió en su
poema, “tal vez un jueves, como es hoy, de otoño”, sino un viernes, aunque nos
consuela que digan que sí llovía. Algo de satisfacción no envuelve al saber que
García Márquez, igual que Úrsula Iguarán, falleció en Jueves Santo, y que, el
17 de abril, fecha de la muerte del autor de Cien años de soledad es la misma fecha que la de Jorge Isaacs, el
autor de María.
El 23 de abril es el Día Internacional
del Libro, y fue elegido porque supuestamente coinciden en esa fecha, del año
1616, los fallecimientos de Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca
Garcilaso de la Vega. Pero resulta que la tozuda realidad desmiente las
ilusiones que nos hacemos sobre esa misma realidad y resulta que la
coincidencia de las muertes solo existe en la entusiasta repetición de nuestros
mitos funerarios. El único que murió en esa fecha es el menos mencionado y
leído de los tres.
Cervantes murió el 22 de abril y
su fallecimiento fue registrado al día siguiente, en el
Libro de Difuntos de la Iglesia de San Sebastián,
el 23 de abril. En la dedicatoria de Los
trabajos de Persiles y Sigismunda, al conde de Lemos, fechada el 19 de
abril, Cervantes escribe: «Ayer me dieron la Estremaunción y hoy escribo ésta:
el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo
esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir […]». Fue enterrado con
el humilde sayal franciscano y el rostro descubierto, en el Convento de las
Trinitarias, de Madrid, y en el año 2015 se hicieron muchos esfuerzos para
localizar sus restos. Al final, se estableció que unos huesos, ubicados en el
osario del convento, de al menos dieciséis personas pertenecían, entre otros, a
Cervantes.
Shakespeare muere en Stratford, en la misma fecha del entierro de Cervantes,
pero no en el mismo día. La explicación de esta formulación de lógica
paradójica, es que Inglaterra aún no había adoptado el calendario gregoriano,
medida que implementó en 1752, por lo que el 23 de abril del calendario juliano
corresponde a nuestro 3 de mayo. Los problemas de Shakespeare son más graves:
hay quienes dudan de su misma existencia.
Doña
Leonor Acevedo Suárez, madre de Jorge Luis Borges, nacida en 1876, murió en 1975.
Cuenta el anecdotario apócrifo de Borges que una amiga de la familia se acercó
al poeta el día del velorio y le comentó, «pobre Leonorcita, pensar que solo le
faltó un año para llegar a los cien»; el poeta, que veneraba a su madre,
respondió, no sin ironía: «Usted, señora, debe ser una fanática del sistema
métrico decimal.»
Publicado en Cartón
Piedra, revista cultural de El
Telégrafo, el 20.04.18
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