José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).
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sábado, marzo 10, 2018

Una lección de cine sobre la diversidad



Daniela Vega (Santiago de Chile, 1989), actriz y cantante lírica, es la protagonista de Una mujer fantástica. (Foto tomada de su cuenta de Twitter @danivega)
            Empiezo a escribir este comentario acerca de una buena película en el tratamiento del tema de la tolerancia y los prejuicios de una sociedad conservadora frente a la diversidad sexual, cuando leo la noticia que viene de Chile. En la sesión del Consejo Municipal de Ñuñoa, del pasado martes 6, el alcalde Andrés Zarhi desistió de la declaración de Hija Ilustre a Daniela Vega, por problemas de género: “No podemos dárselo a una mujer, si nosotros tenemos la identidad de un hombre.”
Daniela Vega (Santiago de Chile, 1989) es la mujer trans, actriz y cantante lírica, que protagoniza Una mujer fantástica, ganadora del Oscar 2018 a la Mejor Película de Habla No Inglesa. Y como en Chile no existe, legalmente, la identidad civil de género, como sí existe en Ecuador desde diciembre de 2015, Daniela, paradójicamente, además, tuvo que viajar a recibir el Oscar a una película sobre los avatares de las personas trans, con un pasaporte que tenía su identidad masculina, la de un pasado que ya quedó atrás.

Una mujer fantástica también ha ganado, entre otros premios tanto o más importantes que el Oscar, el Premio Especial del Jurado, el de Mejor Actriz y el Premio Únete, de la ONU, en el pasado Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana; el de Mejor Película Iberoamericana en los Premio Goya; el Teddy Award y el Oso de Plata al Mejor Guion en el Festival de Cine de Berlín; el Premio de Jurado y de Mejor Actriz del Festival de Cine de Lima; y Mejor Película, Dirección e Interpretación Femenina, del Premio Iberoamericano de Cine Fénix.

            Daniela es Marina Vidal, una mujer trans cuya pareja, el empresario textil Orlando Onetto, protagonizado por Francisco Reyes (Santiago, 1954), un hombre mayor, fallece súbitamente. A partir de ese momento, Marina se verá enfrentada, desde la soledad y su duelo silencioso, a la sospecha y el desprecio de una estructura familiar y social que nunca aceptó esa relación amorosa.
La actriz lleva adelante su personaje con inteligencia y naturalidad. Su expresiva mirada, más que sus palabras, hablan del drama interior y la discriminación cotidiana que vive Marina, y que se manifiesta en una desconfianza atávica para con las personas, incluso aquellas que la aceptan tal como es. Su relación con su viejo profesor de canto (Sergio Hernández) es, en cambio, relajada, afectuosa: la escena del abrazo mientras él está sentado frente al piano, define el cariño. En términos de guion, esta escena explicará la presentación de Marina en el teatro, como cantante lírica.
Sonia (Aline Küpperheim)), la ex pareja de Orlando, y su hijo Bruno (Nicolás Saavedra), representan la familia tradicional, desconcertada por la actitud asumida por Orlando, el padre; un entorno familiar que rechaza a Marina, porque siendo una mujer trans es la nueva pareja de Orlando. Gabriel (Luis Gnecco), hermano de Orlando, representa ese nivel mínimo de humanidad para entender una relación afectiva compleja. Estos personajes hacen que la película transite con equilibrio en la definición de los afectos y desafectos.
Y, si bien, la discriminación e intolerancia quedan claras, la exposición con naturalidad de la cotidianidad de la personaje protagónica nos permite entender a Marina Vidal como esa mujer fantástica de la que quiere el director que nos enamoremos, tal como lo hicimos, en otro tiempo y en otro espacio, con la Holly Golightly, interpretada por Audrey Hepburn, en Breakfast at Tiffany’s (1961), basada en la novela homónima de Truman Capote.

Marina Vidal es un personaje pleno de una humanidad que se muestra con todos sus claroscuros.
El director Sebastián Lelio (Mendoza, Argentina, 1974), ha logrado que Daniela Vega despliegue sus dotes como artista. Sus planos, sus diálogos, la interiorización de su personaje, y su canto lírico: todo está conjugado para hacer de Marina Vidal un personaje cargado de verdad vital. Un personaje pleno de una humanidad que se muestra con todos sus claroscuros: esa degradación en el dolor a la que se somete por voluntad propia en la discoteca, es un ejemplo tan válido como la agresión física que sufre en la camioneta a manos de tres hombres machistas e intolerantes; así como su propia violencia contra la familia de su pareja fallecida cuando les reclama que le devuelvan el perro que le había regalado Orlando.
El ritmo de la película es moroso y se regodea en las secuencias largas, de carácter introspectivo, logrando con ello, que el espectador participe de la mirada que, desde adentro de sí misma, Marina tiene sobre una sociedad, en el que el médico, el policía, e inclusive la comisaria, es decir, la institucionalidad del Estado, junto con la familia tradicional, la de Orlando, su pareja, se asocian para discriminarla por el solo hecho de ser diferente.
Con ese espaciamiento de los planos, el director consigue intensificar, con éxito, la subjetividad de la personaje protagónica: la escena de Marina desnuda sobre la cama, mirando su rostro en el espejo que cubre su genitalidad es un plano maestro en la generación de sentidos éticos. Una explicación metafórica, premonitoria, desde la misma película, a la negativa del alcalde para declarar a Daniela Vega, Hija Ilustre de Ñuñoa.
            Una mujer fantástica (2017), dirigida por Sebastián Lelio, es una poderosa lección de cine sobre el sentido de la diversidad del ser humano, en confrontación con la intolerancia y los prejuicios, mediante el profundo tratamiento de un episodio conmovedor, que muestra, desde episodios íntimos y cotidianos, la vida en constante lucha de una mujer trans en contra de la discriminación.

Daniela Vega y Francisco Reyes son Marina y Orlando, la pareja amorosa de Una mujer fantástica, dirigida por Sebastián Lelio.