El Che, según Andy Warhol |
En una de las aulas de la escuela de La Higuera, estaba
recluido el Che. El día anterior, en el combate de la quebrada del Yuro, había
sido herido en sus piernas. El lunes 9 de octubre de 1967, el gobierno
boliviano y la CIA decidieron la ejecución.
En una entrevista concedida a Paris
Match, en 1977, el sargento Mario Terán, quien cumplió la orden, narró el
momento:
Dudé 40 minutos antes de ejecutar la orden. Me fui a
ver al coronel Pérez con la esperanza de que la hubiera anulado. Pero el
coronel se puso furioso. Así es que fui. Ése fue el peor momento de mi vida.
Cuando llegué, el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo: “Usted ha
venido a matarme”. Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder.
Entonces me preguntó: “¿Qué han dicho los otros?”. Le respondí que no habían
dicho nada y él contestó: “¡Eran unos valientes!”. Yo no me atreví a disparar.
En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban
intensamente. Sentía que se echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un
mareo. Pensé que con un movimiento rápido el Che podría quitarme el arma. “¡Póngase
sereno —me dijo— y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!”. Entonces di un paso
atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera
ráfaga. El Che, con las piernas destrozadas, cayó al suelo, se contorsionó y
empezó a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda
ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba
muerto.
Hoy, los
intelectuales orgánicos de la derecha con Mario Vargas Llosa a la cabeza, se
han dedicado a una campaña de desprestigio de la figura del Che. Es como si
quisieran asesinarlo nuevamente y matarlo en la memoria de la gente. Para ello,
no dudan en llamarlo “bandolero” o “criminal” y sacan de contexto los
fusilamientos de la revolución cubana a los, esos sí, criminales y torturadores
de la filas de Fulgencio Batista. Con una deshonestidad intelectual perversa ocultan
el hecho de que para asegurar las libertades burguesas durante la Revolución
Francesa, los revolucionarios tuvieron que activar miles de veces la
guillotina.
Algunos
intelectuales del Ecuador, los mismos que ayer se emocionaban con poemas al Che,
se han asociado al poder mediático, perverso y mercantil, y alquilan su palabra
para denigrar a los gobiernos progresistas de la región sustentados en una lectura
reaccionaria de las tesis sobre el poder de Foucault. Se hacen los ciegos a la
hora de solidarizarse con Cuba a pesar de que en la isla les curaron su miopía,
y callan cuando se trata de la defensa del legado del Che porque ahora
prefieren la visión liberal del american way of life.
Esos falsetas pretenden
descalificar a quienes hemos asumidos las tareas políticas de los
intelectuales, contribuyendo desde diversos campos a la Revolución Ciudadana, siguiendo
al joven Marx en su tesis XI sobre Feuerbach, de 1845: “Los filósofos no han
hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es
de transformarlo.”
En medio de ese combate
ideológico y político, la figura del Che se yergue como ejemplo de lo que él
mismo predicó sobre el hombre nuevo, aquel individuo que debía sentirse
“más pleno, con mucha más riqueza interior y con mucha más responsabilidad.” El
Che entregó su vida a la causa de la liberación de los pueblos y a la
construcción de una sociedad más justa. Por esa entrega vital a favor de la
lucha de los condenados de la tierra, Jean Paul Sartre dijo sobre el
Che: “Considero que ese hombre fue no solo un intelectual sino el hombre más
completo de nuestra época.”
Su mensaje a la Conferencia
Tricontinental, en 1966: “Crear uno, dos, tres Vietnam es la consigna”, ha sido
señalado por la derecha como la frase de un violento. Pero la consigna no se
refiere a la violencia gratuita sino a la creación de focos de resistencia a la
presencia militar norteamericana en el mundo. La consigna tal vez peca de
voluntarista porque la resistencia de los pueblos es producto de su propia
historia, pero, en Vietnam, el Imperio demostró la crueldad de la que es capaz
—uso de bombas de napalm incluido— y el pueblo vietnamita mucho de la
heroicidad que tienen los patriotas contra un invasor. Hoy día, la resistencia
de los pueblos se expresa en los foros internacionales en donde, gobiernos
revolucionarios de países como Ecuador, mantienen una posición soberana y digna
frente a la iniquidades del capitalismo y de sus políticas imperiales.
Julio
Cortázar, ese cronopio que siempre tomó partido hasta mancharse, escribió en
una carta a Roberto Fernández Retamar, poeta y presidente de Casa de las
Américas, de Cuba, el 29 de octubre de 1967:
Yo tuve un hermano
[…]
No nos vimos nunca
pero
no importaba,
mi hermano
despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.
Algunos intelectuales
y artistas de hoy, a pesar de nuestra pequeñez humana, nos hemos comprometido
con el gobierno de la Revolución Ciudadana y luchamos por construir una
sociedad más justa. En esa lucha, no exenta de errores y desalientos,
intentamos seguir aquella estrella elegida.
Y como la historia está llena de
paradojas vale la pena recordar que, a fines de septiembre de 2007, el
oftalmólogo de una brigada de médicos cubanos que realizaban tareas solidarias
en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, operó de cataratas al anciano sargento
del ejército boliviano llamado Mario Terán.
Cortázar lee su poema "Yo tuve un hermano" y Pablo Milanés canta "Si el poeta eres tú"