José María y Corina lo habían conversado en alguna de su tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

lunes, julio 02, 2012

Acoso textual en el C.C. García Márquez, Bogotá


¿Una? ¿Un? estudiante universitario explora su identidad inventando múltiples personalidades virtuales e intercambiando correos electrónicos con curiosos personajes, virtuales ellos también, alrededor del mundo. Así, banano@wam.umd.edu en ocasiones se presenta como un romántico en busca del amor, en otras es una posgraduada de ciencias políticas que problematiza las utopías socialistas del siglo xx, o se convierte en un explorador del placer del sexo virtual. Para cada uno de sus interlocutores cibernéticos tiene un género, un interés y una personalidad distintos. Es un ser andrógino como el lenguaje.

Ahora, banano@wam.umd.edu debe enfrentarse a sus propias preguntas: ¿Debo matar a las personalidades ficticias para encontrar mi identidad verdadera? ¿Debería convertir mis relaciones virtuales en realidades físicas? ¿Qué valor tiene la palabra virtual?

Acoso textual, novela pionera en la literatura hispanoamericana en el uso de correos electrónicos para relaciones epistolares, nos ubica en un espacio virtual en que las personas se construyen a sí mismas con las palabras que van y vienen a través de Internet.

sábado, mayo 12, 2012

Pedro Jorge Vera, reeditado en Cuba


Pedro Jorge Vera (Guayaquil, 1914 – Quito, 1999) nos enseñó con su literatura la manera de contar historias como un clásico del género, a construir el tinglado de la intriga y la sorpresa final con la sencillez natural de un narrador que sorprende a sus lectores, a delinear en pocos trazos el conflicto interior de los personajes, a mantener la ética del compromiso político pero también a mantener la libertad creativa en nombre del arte literario. Con el ejemplo de su vida y su militancia consecuente, nos enseñó a ser honestos con nuestras ideas y a defender la causa de los pueblos de nuestra América.
La editorial Arte y Literatura, de Cuba, nos ha entregado a comienzo de este 2012, una colección de los cuentos de Pedro Jorge Vera bajo el sugerente título de Diana ha regresado y otros cuentos, preparada por el académico y crítico cubano Emmanuel Tornés Reyes (Manzanillo, 1948) y el escritor y académico ecuatoriano Raúl Serrano Sánchez (Arenillas, 1962), quienes estuvieron a cargo de la selección, el prólogo y las notas de esta edición que, al final, nos ofrece una acuciosa bibliografía de las primeras ediciones de las obras de Vera.
La selección incluye los cuentos más conocidos de Vera: “Luto eterno”, “Un ataúd abandonado”, “Ava y las palmas” y “¡Jesús ha vuelto!”. Asimismo, dos relatos magistrales: el uno, “Los mandamientos de la ley de Dios”, compuesto de diez cuadros que van desentrañando la hipocresía de la religión institucionalizada y, otro, “El destino”, una nouvelle de suspenso y terror, heredera del mejor Poe. La selección se complementa con textos en donde las preocupaciones éticas y estéticas de Vera están remarcadas con su manejo particular de la truculencia: así, “La muerte propia”, “La apuesta”, “El retrato de la víctima” o esa joyita demencial, sostenida por la vigilia de la sinrazón y el horror, que es el cuento que da nombre a la selección.
El prólogo a dos manos de Tornés y Serrano es no solo una introducción general a la obra de Vera sino un estudio concienzudo y de lectura cercana de cada uno de los cuentos de la selección. Con agudeza crítica, van dando cuenta de las características particulares de cada relato contextualizadas en las características generales de la narrativa de Pedro Jorge Vera. Así, Tornés y Serrano, señalan la diversidad de preocupaciones temáticas del Vera: la hipocresía de los individuos y los funcionarios, la religión como fuente de los prejuicios sociales, las ideas y acciones extremistas, la doble moral, las injusticias sociales y política y el abuso del poder, así como la violencia permanente de la sociedad y la condición humana.
Tornés y Serrano, con acierto de lectores consumados, llaman la atención sobre un sello particular de la narrativa de Vera: “…su propensión a contaminar las historias con la sátira, el sarcasmo, la ironía y el humor. Tales recursos permiten desdramatizar los comúnmente complicados y dolorosos trances en los que se ven envueltos los protagonistas verianos. En lo tocante al lector, constituyen un ardid para distanciarlo emocionalmente (una especie de extrañamiento brechtiano) de la ficción, de manea que alcance así una lucidez más ajustada a los fines del relato.”
Diana ha regresado y otros cuentos, de Pedro Jorge Vera, selección de relatos preparada por Emmanuel Tornés Reyes y Raúl Serrano Sánchez, es un libro que, con seguridad, acercará a los lectores cubanos a los más intensos cuentos de la narrativa de Vera así como les entregará una mirada profundamente crítica, desde los textos escogidos, de unos de los autores más representativos de la literatura de nuestra América de la segunda mitad del siglo veinte. Con estos cuentos, Pedro Jorge Vera visita nuevamente la isla de cuya revolución fue siempre un militante solidario.

domingo, abril 22, 2012

La evanescencia de la vida es memoria en el poema


            El agua como elemento en el que se realiza la transparencia de la palabra poética, el agua como torrente en el que fluye la memoria, el agua como un maná líquido que nos baña desde el cielo. La huella en el agua es una existencia de lo imposible; esa huella efímera es símbolo de la evanescencia de la vida mientras la misma vida fluye. La memoria es posible porque se transforma en escritura.
            La voz poética se presenta con un sueño: “Soñé que regresaba / con un libro escrito / en las escamas de un pez” (19). Como todo sueño, inasible. El poeta sabe que solo en el poema existe la posibilidad de que aquello que se esfuma pueda ser retenido para derrotar al olvido; pero esa retención es posible gracias a un artificio que requiere confrontar el silencio de lo cotidiano con la carga sonora de la palabra: “Algo me aleja y salgo a respirar / el lenguaje que serpentea por la calle / con sonidos de metal y arcilla” (209). La permanencia de lo vivido, que es huella en el agua —realidad que se deslíe—, solo es posible en los intersticios de la derrota a la que, de antemano, estamos sometidos frente al olvido: “Y soy mirado / por la escritura inútil / que avanza entre los dedos” (121). El escribiente vive permanentemente en la vigilia que le habla hacia adentro: “Sonámbulo / detiene el trajín de abonar / con leves puñados el olvido”. El escribiente conoce también el antídoto que permite el triunfo de la memoria: “Por años / el deseo forma las palabras / y elige el centro de su estrella” (118).
            Eros ampara al hablante lírico y esa explosión del instante, que es la orgásmica muerte, encuentra en la celebración de la noche y su piel la posibilidad de lo eterno. “La muchacha que golpea con sus piernas / el viñedo en el anochecer / es el rojo que busco” (71) es el anhelo de insaciable deseo del hablante lírico que requiere convertir a la noche en el instante cómplice de una eternidad orgásmica que solo es posible, como toda la cotidianidad, en la perennidad de la palabra: “Amada noche / que el día no nos manche / con su cuerpo” (72). Esta confrontación romántica de la perennidad del deseo con la condición pasajera del cuerpo se resuelve en los silencios del poema que están marcados en verso corto, conciso, exacto, como la lucidez que se requiere para encontrar al monstruo del Loch Ness, el que “al amar no infringe roce en el abismo” (36). El hablante lírico también alcanza a retener a la mujer que se esfuma en la imagen etérea en la que existe gracias a la poesía: “Y el deseo se ilumina / en las ondulaciones de la vida: / Una mujer desnuda bañándose en el aire” (153). Agua y aire, elementos conjugados para la festiva realización de aquella maroma que realiza el deseo.
            Los retornos de la memoria, la recuperación de la infancia y la madre, la vuelta a la naturaleza como símbolo de libertad: “Y el mundo brilla / en el lomo oscuro de un delfín rosado” (80). Esa evocación de la vida que ya no es pero todavía pesa tiene lugar en el viaje, así: “El viajero extiende / una carpa de lejanas costumbres / y su mirada incendia la memoria” (101). La voz poética suele asirse a una tradición de la poesía; en la figura simbólica de Borges encuentra la posibilidad de ser ella misma, acepta que “el ciego brillo de los espejos / ha infectado mis años” y que el tiempo, ese inasible, ese anhelo de eternidad de todos los mortales “…labra en perversa precisión / El rostro del hombre / que se parecía a sí mismo” (111). Finalmente, el hablante lírico se considera una huella en el agua, es decir una muerte que ha de convertirlo en nada, y por eso quiere “que una masa de agua / sea mi fosa / Y la tierra nunca alcance a cubrirla” (152). Evanescencia permanente de la vida.
            Huellas en al agua, de Antonio Correa Losada, es una selección de textos que dan testimonio del tránsito de un escritor por una poesía de profunda riqueza simbólica e imágenes alucinantes, escrita con los significativos silencios del verso corto; en ella, la memoria de la evanescencia de la vida, quiebra la coraza del olvido y fluye, agua transparente, río vital, lluvia de nostalgia, gracias a la escritura del poema: “Al atardecer / brota un verdor oscuro / en la conversación desnuda con el agua / La memoria viene / por un caudaloso e incontenible río […] Y se lleva / La fija sombra de lo que ya no está” (124) Antonio Correa es poeta de profundo y permanente asombro de la poesía que yace en la existencia que pugna por ser rescatada de la frágil memoria con la que vivimos.

jueves, marzo 29, 2012

César Vallejo, el 29M en Sevilla


Ha sido jueves pero no de Otoño

Como esos días de huesos húmeros en París.

Este jueves de Primavera ha sucedido

En la España de cuyo cáliz bebió Vallejo

Pero esta vez no hubo Viernes Santo

Hermandad de la Cruz bajo la Giralda.

Tampoco cayó Andalucía y en las calles

La esperanza es un campo sembrado

De olivares abanderados en sangre viva.

Los combatientes son los vecinos

Que defienden la caña del mediodía

Alrededor de un barril y la charla amiga.

Los combatientes llevan el beso nocturno,

De los labios que comparten la palabra,

Bajo la sábana apasionada que los desarropa.

Los combatientes están cansados de morir

En los mataderos electrónicos de la codicia

Que olvidan los corazones tras los despidos.

Este jueves de huelga obrera en Sevilla

Te evocamos César Vallejo de los Andes

—¡No mueras, te amo tanto!

Republicano de trinchera en la poesía

En cada paso de cada pierna de cada cuerpo

De cada pecho de cada seso de cada ser;

En esa hermandad de parias de la aldea,

Patria planetaria blindada de arco iris.

¡Y tu cadáver, ay, siguió viviendo!

domingo, marzo 25, 2012

Edición colombiana de Acoso textual


Bajo el sello Mondadori, en formato rústica, ya está en librerías la edición colombiana de Acoso textual. Sobre la novela, dicen los editores:

"¿Una? ¿Un? estudiante universitario explora su identidad inventando múltiples personalidades virtuales e intercam­biando correos electrónicos con curiosos personajes, vir­tuales ellos también, alrededor del mundo. Así,
banano@ wam.umd.edu en ocasiones se presenta como un román­tico en busca del amor, en otras es una posgraduada de ciencias políticas que problematiza las utopías socialistas del siglo xx, o se convierte en un explorador del placer del sexo virtual. Para cada uno de sus interlocutores cibernéticos tiene un género, un interés y una personalidad distintos. Es un ser andrógino como el lenguaje.

Ahora, banano@wam.umd.edu debe enfrentarse a sus propias preguntas: ¿Debo matar a las personalidades ficti­cias para encontrar mi identidad verdadera? ¿Debería con­vertir mis relaciones virtuales en realidades físicas? ¿Qué valor tiene la palabra virtual?

Acoso textual, novela pionera en la literatura hispanoame­ricana en el uso de correos electrónicos para relaciones epistolares, nos ubica en un espacio virtual en que las personas se construyen a sí mismas con las palabras que van y vienen a través de Internet."

Sobre la novela, la crítica Alicia Ortega señaló en la presentación del 17 de septiembre de 1999, en el local de Libri Mundi, en Quito: "La ficción de la palabra devela por un momento la ilusión de plenitud, de vida compartida, de esperanza gozosa, “esa necesidad de creer que la palabra desparramada tendrá algún valor cuando sea recogida.” Acoso textual en cierto sentido es también una novela de amor; amor virtual, amor imaginario. En suma, el amor que enfrenta a los seres finalmente consigo mismos, con sus propios relatos inventados para seducir al otro, con sus propias palabras que le devuelven la realidad vacía. “el ser humano es un manojo sorprendente de soledades y pérdidas amorosas.”, concluye banano en alguna reflexión."

Esa misma noche, el escritor Abdón Ubidia, señaló que: "Lo que importa de esta novela es que vuelve a las fuentes originarias de la literartura, a las preguntas esenciales acerca de la condición humana, a lo que de intemporal y eterno ella tiene. [...] su escritura diáfana, esas explosiones de gran literatura que contiene, su sólida estructura narrativa, la mesura y sabiduría de su autor."

La novela, publiciada en Cuba (2009) y Argentina (2011), ahora está en las librerías de Colombia, siempre en búsqueda de lectores que aprecien el valor de la palabra en una época de existencias virtuales que han olvidado el sentido de la realidad de la piel humana para extraviarse en los vericuetos del ciber espacio.

miércoles, marzo 14, 2012

"Rumba y sicoseo de poetas", en Hispamérica

La revista Hispamérica, dirigida por el crítico y académico argentino Saul Sosnowski, cumplió 40 años de fundación el año pasado.

En el número 119 de la revista, apareció el cuento "Rumba y sicoseo de poetas", un texto de ficción que es, al mismo tiempo, un homenaje literario a toda una generación y su propuesta estética: el grupo Sicoseo, de Guayaquil, que fue muy activo a fines de los 70 y comienzos de los 80, y que tuvo a la cabeza a los escritores Fernando Nieto Cadena, Jorge Velasco Mackenzie y Fernando Artieda. El cuento comienza así:

Ronco Bronco, el bacán del verso, ha muerto del todo. Venía muriendo de a poco, apagándose, convirtiéndose en polvo; olvidándose de estar, dejando de ser. La última vez que lo vi parecía un muñeco descuajeringado; Sandra III, su quinta mujer, lo llevaba por la avenida de la Independencia, exhibiéndolo impúdicamente por los alrededores de la Caleta de las Artes, como para que todos los que frecuentábamos ese antro de cultos nos acordáramos del poeta que había sido. El iba en su silla de ruedas, con la baba que le chorreaba por la comisura izquierda de sus labios y me quedó viendo con una mirada cargada de vacío que recorrió mi miedo a ser nada; me vio como si yo no existiera ni hubiera existido nunca en su mundo de farras ebrias y coitos fáciles, y su boca permaneció chuecamente quieta sin que emitiera un gruñido siquiera, pues sus palabras ya estaban enterradas para siempre, mucho antes de que su cuerpo se convirtiera en bíblico polvo.

Para leer el cuento puedes visitar mi página web:

www.raulvallejo.com

en la sección Noticias, en la entrada Revista Hispamérica encontrarás la versión en pdf del cuento.

domingo, marzo 04, 2012

En defensa de la democracia y la Revolución Ciudadana


Los intelectuales, artistas, científicos, profesionales independientes y ciudadanos que suscribimos este documento manifestamos nuestro repudio a los intentos de desestabilización de la democracia ecuatoriana, puestos en marcha por una alianza de fuerzas internas e internacionales, que buscan frenar al proceso de transformaciones emprendido por el pueblo del Ecuador mediante su Revolución Ciudadana.

Desde hace cinco años, el gobierno democrático de Rafael Correa, con el pleno y reiterado respaldo de una amplia mayoría ciudadana, ha efectuado notables transformaciones en la vida social, económica y política del Ecuador, especialmente orientadas a beneficiar a la población pobre, antes marginada y excluida de la atención estatal.

La salud pública es hoy totalmente gratuita y de la mejor calidad. La educación pública y laica ha sido atendida con programas de alimentación, uniformes y útiles escolares sin costo, mejorada en su infraestructura, ampliada en su gratuidad hasta el nivel universitario y enriquecida con la creación de las “Escuelas del Milenio”, equipadas con la más alta tecnología para educar a indígenas y pobladores marginales. Se ha enfrentado la falta de vivienda mediante bonos y programas masivos de construcción. Una preocupación especial han merecido los discapacitados y las gentes ubicadas en extrema pobreza, para quienes se han creado sistemas especiales de atención y protección estatal. Las reformas laborales han elevado en forma constante los salarios y su poder real de compra, y han devuelto la dignidad al trabajo humano, proclamada por la Organización Internacional del Trabajo, al suprimir las expoliadoras políticas de flexibilización laboral y tercerización del empleo. Hoy, cada trabajador ecuatoriano tiene contrato de trabajo indefinido y prestaciones sociales, y los jubilados tienen garantizadas sus pensiones y atención médica en un renovado y fortalecido Seguro Social.

Todo ello ha sido financiado, en buena medida, con los recursos producidos por una nueva política fiscal, de corte redistributivo, y por la notable disminución de la deuda externa, renegociada en términos de dignidad nacional. En fin, una enorme obra constructiva ha mejorado y multiplicado la infraestructura vial, portuaria y aeroportuaria del Ecuador, y, junto con una política de estímulo y relanzamiento de la producción nacional, han desarrollado el mercado interno, ampliado la ocupación y disminuido el desempleo y los índices de pobreza.

Ese notable proceso de cambios explica las elevadas cifras de aceptación y aprobación pública que tienen el presidente Correa y su gobierno, superiores al 70%, que han sido certificadas por diversas encuestadoras internacionales.

Sin embargo, desde el primer momento la Revolución Ciudadana ha enfrentado el acoso de los poderes fácticos vinculados a viejos privilegios y en especial del poder mediático. Así, los dueños y portavoces de los grandes medios de comunicación privados han optado por convertirse en agresivos actores políticos, reemplazando a los hoy difuminados partidos de derecha, que en las últimas décadas habían llevado al país a una situación de ruina y desesperanza colectiva. Parte de ello ha sido la campaña de escándalo mediático, encabezada por un grupo de escritores vinculados a esos mismos medios.

Queremos enfatizar que el Presidente Correa no ha clausurado medios, censurado informaciones o perseguido a inocentes periodistas, como se sostiene por parte de sus enemigos o de críticos desinformados. Por el contrario, ha recurrido a la justicia, en uso de sus derechos ciudadanos, para buscar el refrenamiento legal de un grupo de personas que han utilizado la calumnia como arma política. Y jueces de varias instancias, aplicando las leyes del país, han dictado sanciones contra los autores y propiciadores de esos delitos.

Finalmente, la digna y generosa actitud mostrada por el gobernante al perdonar legalmente a sus ofensores y pedir la remisión de las penas impuestas a ellos, es una prueba más de su vocación humanista, que ha buscado superponer los altos intereses de su pueblo a los legítimos derechos de vindicación de su honra.

Por todo lo expuesto, los abajo firmantes expresamos nuestro respaldo al pueblo ecuatoriano y su Revolución Ciudadana, y convocamos al gobierno del Ecuador a encabezar un gran esfuerzo de ampliación de su base social, mediante la negociación de acuerdos políticos con todas las fuerzas populares del Ecuador, acerca de temas vitales para la existencia presente y futura del país. Esto dejará sin piso a la nueva conspiración internacional montada en su contra.

Febrero de 2012

Roberto Fernández Retamar, Presidente Casa de las Américas, Cuba.
Nicanor Parra, Premio Cervantes 2012, Chile.
Antonio Skármeta, escritor, Chile.
Luis Eduardo Aute, cantautor. España.
Luis Britto García, escritor, Venezuela.
Jorge Boccanera, poeta y periodista, Argentina.
Frei Betto, teólogo y filósofo, Brasil.
Ignacio Ramonet, periodista, España.
Miguel d'Escoto Brockmann, sacerdote, ex ministro de RR. EE., Nicaragua.
Alfredo Molano, escritor, periodista y académico, Colombia.
Nelson Osorio Tejeda, doctor en Filosofía, Chile.
Fernando Nieto Cadena, poeta ecuatoriano, residente en México.
Jorge Núñez Sánchez, historiador y periodista, Ecuador.
Raúl Pérez Torres, escritor y comunicador social, Ecuador.
Jorge Dávila Vázquez, escritor, Ecuador
Sara Vanegas Cobeña, filóloga y escritora, Ecuador.
Juan Paz y Miño, historiador, Ecuador.
Jorge Marcos Pino, arqueólogo, Ecuador.
Ramiro Oviedo, escritor ecuatoriano, residente en Francia.
Aleyda Quevedo, poeta, Ecuador.
Jenny Londoño López, socióloga e historiadora, Ecuador.
Sergio Guerra Vilaboy, historiador, Presidente de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe.
Alfredo Vera Arrata, arquitecto y promotor cultural, Ecuador.
María Isabel Silva, arqueóloga, Ecuador.
Francisco Jaramillo Villa, músico, Ecuador.
Humberto Mata, escritor, Venezuela.
Nancy Ochoa Antich, filósofa, Ecuador.
Samuel Guerra Bravo, filósofo, Ecuador.
Margarita Zapata, socióloga, México.
Lucía Moscoso Cordero, historiadora, Ecuador.
César Paz y Miño, genetista e investigador científico, Ecuador.
Ricardo Melgar Bao, antropólogo, México.
Fina Guerrero Cássola, escultora, Ecuador.
Rosa Echeverría, socióloga, Ecuador.
José Fco. Sáez Cornejo, sociólogo y dirigente socialista, Chile.
Pilar Núñez, comunicadora social, Ecuador.
José Regatto Cordero, abogado y escritor, Ecuador.
Horacio López, escritor, Argentina.
Alfonso Monsalve Ramírez, comunicador social, Ecuador.
Xavier Lasso, periodista, Ecuador.
José Herrera Peña, politólogo, México.
Gustavo Pérez Ramírez, sociólogo y periodista, Ecuador.
Tatiana Hidrobo, historiadora y promotora cultural, Ecuador.
Sergio Grez, politólogo, Chile.
Oscar Chalá, antropólogo, Ecuador.
Wilson Vega y Vega, bibliotecario, Ecuador.
Carmen Bohórquez, historiadora, Venezuela.
Víctor Albornoz, cantante, Ecuador.
Isabel Terán, comunicadora social, Ecuador.
Rafael Julián Cedano, antropólogo, República Dominicana.
Fernando Buen Abad Domínguez, filósofo, México.
Rafael Nodarse Lanier, entrenador deportivo, Ecuador.
Jorge Enrique Elías Caro, historiador, Colombia.
Antonio Vergara Lira, editor y promotor cultural, Chile.
Julio Peña y Lillo Echeverría, politólogos, Ecuador.
Ismael González, promotor cultural, Cuba.
Norma Segades, escritora y difusora cultural, Argentina.
Marcelo Vega Arguello, Ecuador.
Medófilo Medina, historiador, Colombia.
Alejandro Pisnoy, comunicador social, Argentina.
Guadalupe Acosta, Ecuador.
Silvia Olga Starkoff, escritora, Argentina.
César Albornoz, sociólogo, Ecuador.
Lucrecia S. Cuesta, escritora, Argentina.
Cristina Villanueva, Ecuador.
Omar H. Etcehgoncelhay, escritor, Argentina.
Edgar Páez, editor, Venezuela.
Pedro Martínez Pirez, periodista, Cuba.
Salvador Morales, historiador, Cuba.
Pavel Égüez, artista plástico, Ecuador.
Linda Castillo Rodríguez, abogada, República Dominicana.
Ángela A. Fernández, catedrática universitaria, República Dominicana.
Pedro Pablo Rodríguez, filósofo e historiador, Cuba.
Pablo Imen, investigador, Argentina.
Lucas Ricci Marchand, promotor cultural, Argentina.
Eduardo Montebello, diseñador, Argentina.
Diana Coblier, sicóloga, Argentina.
Julián Andrés Monsalve Aguilar, periodista, Colombia.
Martha Gabriela Sánchez Alustiza, escritora, Argentina.
Edgar Palacios, músico, Ecuador.
Alejandro Sigüenza, farmaceútico, Ecuador.
Luz Marina Rumazo Echeverría, Ecuador.
Julia Erazo Delgado, poeta, Ecuador.
Marcos D Cappellacci, Grupo de trabajo “Hacer la Historia”, Argentina.
Leonel Muñoz Paz, historiador, Venezuela
José Stiensleger, periodista y escritor, México.
Stella Calloni, periodista y escritora, Argentina.
Yamila Cohén, escritora y promotora cultural, Cuba.
Wiston Orillo, Premio Nacional Cultural del Perú.
Marilia Guimaraes, Capítulo Brasileño de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad.
Lionel Muñoz Paz, historiador, Venezuela.
María Cristina Satlari, historiadora, Argentina.
Manuel Góngora, escritor, Perú.
James Counts Early, política cultural, Estados Unidos.
Javier Couso Permuy, camarógrafo y activista contra la Impunidad, España.
Carlos Barros, historiador, España.
Manuel Abelleria Durán, estudiante de Galicia, España.
Lucrecia Maldonado, escritora de Quito, Ecuador.
Estuardo Vallejo, editor, Ecuador.
Sharvelt Kattán Hervas, escritor, Ecuador.
Paulina Vinderman, poeta, Argentina.
Juano Villafañe, artista, Argentina.
Ari Lijalad, Periodista, Argentina.
Daniel Wizenberg, periodista y politólogo, Argentina.

Beatriz Valerio, escritora, Argentina.
Julio C. Riveros, sicoanalista, Argentina.
Guillermo Saavedra, escritor y periodista, Argentina.
Julio Molina, actor, director, dramaturgo y docente teatral, Argentina.

Guillermo Saavedra
, autora y directora teatral, Argentina.

Florencia Patiño, actriz, Argentina.

Néstor Guestrin, músico, Argentina.

Hugo Francisco Rivella, poeta, Argentina.

Mario Toer, profesor universitario, Argentina.

Raúl Serrano, escritor y periodista, Ecuador.

jueves, enero 26, 2012

¿Por qué debemos enseñar acerca del Holocausto en el bachillerato?

El 27 de Enero de 1945 tuvo lugar la liberación del campo de Auschwitz por parte del ejército soviético. Ese día ha sido declarado por la ONU como el de la conmemoración del Holocausto.
(Frente del museo de Yad Vashem, en Jerusalen, que mantiene la memoria del Holocausto. Fotos mías.)


La posmodernidad ha convertido al descreimiento en un dogma. El sujeto posmoderno no debe creer en nada ni en nadie: ser cínico se convierte en una virtud, tener fe en algo resulta una pesada herencia de la modernidad. En su triunfalismo consumista y en su credo individualista, el sujeto posmoderno ha abandonado la ética de la compasión, de la piedad, del cuidado del Otro. Y ni siquiera la muerte —transformada en espectáculo banal por los mass media—, se constituye en un momento de mirarse hacia adentro puesto que, al parecer, se nos ha atrofiado la sensibilidad ante el padecimiento del prójimo.

Recordar el Holocausto resulta incómodo pues viene a constituirse en la permanencia de una historia pasada que jamás debió suceder y que desequilibra el hedonismo del presente. Justamente para que esa incomodidad nos conmueva es que se requiere la enseñanza escolarizada sobre el Holocausto. En primer lugar, para mantener viva la memoria del horror y que éste jamás se repita pues es sabido que, a medida que pasan las generaciones, la verdad de un hecho termina convertida en leyenda. Las nuevas generaciones, para quienes la muerte banalizada por el show business ya no constituye un hecho trascendente incluso cuando les toca de cerca por causa del fallecimiento de algún familiar, requieren conocer, para beneficio de su propia sensibilidad de cara a la historia, lo que el Holocausto significa para la humanidad. Además, recordar el horror de la Shoá también contribuye para que la ética de la compasión sea introducida en medio del descreimiento posmoderno.

Quienes hemos reflexionado sobre el tema sabemos que el Holocausto, o Shoá, fue la sistemática eliminación de judíos durante el régimen nazi por la sola razón de ser judío, por la sola razón de existir formando una comunidad con su historia, su cultura, y, en ella, su propia fe religiosa. Nuestros jóvenes tienen que conocer esta terrible verdad: durante el régimen nazi la sola condición de judío era razón suficiente para ser eliminado de manera cruel. Esta eliminación sistemática por el solo hecho de ser judío es lo que debemos recordar y para eso es imprescindible enseñar esta verdad a las nuevas generaciones y evitar los revisionismos destinados a su negación.

Enseñar acerca del Holocausto también nos ayuda a entender los sucesos contemporáneos del Medio Oriente. El antisemitismo es una enfermedad del ser humano que todavía no ha sido erradicada y, así, mientras el término multiculturalismo se ha desperdigado por el mundo académico para la aceptación de las múltiples formas de expresión cultural de los pueblos, todavía se continúa utilizando, en diversos foros políticos, el término sionista de manera peyorativa para segregar a la población judía y negar el derecho a la existencia y a sobrevivir que tiene el Estado de Israel.

La historia nos ha enseñado que los fundamentalismos son la antesala de la xenofobia, de la violencia terrorista —tanto de los grupos clandestinos cuanto del Estado— y de los genocidios por venir. Pretender la negación del Holocausto responde a un espíritu fundamentalista. El afán por cubrir aquel espíritu de lenguaje académico revela la existencia de ese antisemitismo patológico que aún existe como plaga y que impide la realización plena de la práctica del multiculturalismo. Contra esa promoción del olvido es que tenemos que trabajar quienes queremos formar un ser humano tolerante, compasivo, capaz de entender y aceptar al Otro.

Un problema que se presenta, por lo general, cada vez que se trata de introducir en el currículo la enseñanza del Holocausto es que dicha enseñanza se condiciona al desarrollo de una condena a la política exterior del Estado de Israel. Mas, si queremos ajustarnos al debate académico, quienes obramos de buena fe pedagógica sabemos que es incorrecto, metodológicamente hablando, condicionar la enseñanza acerca del Holocausto a la crítica de la política exterior del Estado de Israel en relación con su conflicto político – militar con Palestina y algunos países de Medio Oriente, puesto que son dos problemas distintos.

Del mismo modo, hay que evitar la conversión del término en una palabra banal. Llamar genocidio a todo acto de violencia militar o acción bélica de tipo imperial, excesivos siempre como lo es toda guerra, da como resultado una desvalorización del término y, como consecuencia de esto, el ocultamiento de la verdad histórica en la medida en que se disuelve el sentido de los genocidios u holocaustos reales que ha sufrido la humanidad.

Mencioné anteriormente que la enseñanza del Holocausto también nos permite trabajar, en tanto educadores que somos, en la ética de la compasión. Claro que no debemos entender la compasión como un acto paternalista de caridad emotiva. Por el contrario, la compasión implica la identificación plena con el dolor del Otro y la toma de partido enmarcado en el sentido profundo de la justicia. Todo lo contrario al cinismo de la posmodernidad: la ética de la compasión nos obliga a ser responsables del Otro. En el mundo de hoy, esa preocupación tiene que ver con el extranjero, ese al que se le da estatus de legal o ilegal, como si los seres humanos desde el comienzo de los tiempos no hubiésemos sido transeúntes del mundo; tiene que ver con aquellos que no viven las bondades del supuesto fin de la historia sino las inequidades del capitalismo salvaje; tiene relación con la empatía frente a los desamparados que nos sacan de la burbuja individualista a la que la ideología del éxito material parece habernos confinado.

Al conocer, comprender y analizar lo que significó la exterminación del Otro, su humillación constante, y la despiadada animalización del ser humano sufrida por los judíos durante el Holocausto, estamos dando a nuestros jóvenes herramientas que educan su sensibilidad frente al mundo contemporáneo. En la ética de la compasión se enmarcan el respeto por la vida y, por ende, la práctica de la no-violencia, la aceptación de la Otredad que implica el conocimiento del Otro y la comprensión sobre sus prácticas culturales, el consumo ecológico y la mirada afectiva sobre la propia comunidad.

Como ministro de Educación de mi país instituí la enseñanza del Holocausto en el programa de Historia Universal para el segundo año de Bachillerato, en el marco de la enseñanza de los Derechos Humanos y los genocidios que ha sufrido la humanidad. Diseñamos, en conjunto con la Unidad Educativa Experimental “Alberto Einstein”, de Quito, el material de trabajo para los docentes. Fueron capacitados alrededor de 5.000 maestros de la materia y, hoy en día, el Ministerio prepara el material de la unidad ya diseñada como texto escolar para los estudiantes y sendos concursos nacionales de ensayo dirigidos a estudiantes y a maestros.

Para finalizar, quiero resumir la respuesta a la pregunta inicial. Enseñar acerca del Holocausto en el bachillerato es una tarea imprescindible para los educadores que anhelamos una humanidad cuya memoria del horror le permita construir un mundo en el que los seres humanos, culturalmente hablando, se acepten como son. Si en el mundo y en la vida el Otro soy yo, la memoria del Holocausto me enseña que, después de Auschwitz y la macabra solución final de los nazis, yo debo mi cuidado al Otro como a mí mismo para la propia vivencia y para la pervivencia del ser humano.

En 2009, siendo ministro de Educación, participé en la ceremonia del encendido de las velas en el día de Iom Hashoá, junto a Eyal Sela, embajador de Israel en Ecuador, en el colegio Alberto Einstein, de Quito.

domingo, enero 22, 2012

Crónica sobre el estreno de Leña de soledades en La Habana

Por Emmanuel Tornes, crítico cubano

El viernes 13 de enero, en el cine Infanta, de La Habana, tuvo lugar el estreno del telefilme Leña de soledades, producido por el Instituto Cubano de Radio y Televisión, basado en el cuento homónimo del ecuatoriano Raúl Vallejo, con guión del cubano Pedro Luis Rodríguez.

La sala estaba bien nutrida con personas del mundo de la TV, el cine, la cultura y las letras. Como cortina musical, remontándonos a la década prodigiosa con sus hermosas canciones, Los Beatles. El director Marlon Brito López hizo las palabras de presentación; llamó al escenario a los protagonistas, Carlos Enrique Almirante y Laura Moras, y al resto del equipo que hizo el trabajo, entre ellos, Angelita Casanova, fina asesora de la TV y de este telefilme.

Minutos después, comenzó la proyección. No exagero si digo que asistí a una hermosa historia telefílmica. Realmente disfruté las muy buenas actuaciones de la pareja de jóvenes actores, las tomas con buen gusto y equilibrio de los close-up para captar al vuelo los fugaces tránsitos psicológicos. Las escenas muy bien logradas, sobrias, precisas, tanto en los exteriores como en los interiores. Carlos Enrique mostró su tremenda versatilidad actoral (él es hijo de uno de los más grandes actores que tuvo la televisión, el cine y la animación cubanos, Enrique Almirante, ya desaparecido). Laura Moras también mostró su rica coloratura, estuvo muy bien, quizá al inicio le faltó un poquito de soltura en el discurso, pero pronto lo moduló a sus anchas.

Los juegos musicales apoyaron el desarrollo dramático con fineza, evitando recargar las escenas para no distraer al espectador de lo esencial, más bien contribuyendo a enriquecer la lectura de la trama. Las tomas y planos revelan una mano muy profesional, y con gran sensibilidad para registrar las sinuosidades emotivas. El erotismo está contenido, es alusivo, subyace en las palpitaciones de los protagonistas. Esto responde a una cuidadosa interpretación dramatúrgica, a un celo para que el producto artístico no perdiera otro de sus logros inobjetables: el equilibrio visual y dramático de las escenas. El lenguaje de la imagen y los sonidos gana más sugiriendo, especialmente cuando se contaba con un tiempo limitado.

En fin, pudiera seguir hablando de muchos otros detalles que a mi modo de ver contribuyen a que este nuevo telefilme de la TV Cubana, sea un producto que van a agradecer de manera especial los telespectadores. He visto numerosos telefilmes de la TV cubana basados en cuentos de autores nacionales y foráneos. Sin duda alguna este está entre los más bellos de manera integral que he visto, y pienso que se debió a la sólida unidad alcanzada por el guión, la esmerada asesoría, el trabajo de dirección y el poder de persuasión dramática de estos talentosos actores. Los aplausos prolongados hablaron por sí mismos.

Fue una tarde espléndida, tanto que nos motivó a ir a brindar por la belleza de la vida en un bello restaurant de Miramar... Y de paso a esperar la noche, para quemar las soledades.