José María y Corina lo habían conversado en alguna de su tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

martes, marzo 09, 2010

Reflexiones en torno a la muerte de Orlando Zapata

El Telégrafo, martes 9 de marzo de 2009, p. 15.




Orlando Zapata

Dicen que fue albañil y fontanero. Negro y disidente. Hubiera cumplido 43 años el 15 de mayo próximo. Dicen que fue aprehendido el 6 de diciembre de 2002 y que luego de cumplir una condena de tres meses fue nuevamente detenido, el 20 de marzo de 2003, en lo que la oposición cubana llama “Primavera negra”. Acusado de desacato y desobediencia civil fue condenado a 36 años de cárcel. Dicen que inició una huelga de hambre en la prisión de Camagüey, Cuba, el 2 de diciembre de 2009 y falleció el 23 de febrero de 2010. Digo que ha muerto un ser humano que decidió sacrificarse a sí mismo en nombre de su consciencia. ¿Qué podemos decir, desde la izquierda, ante los límites impuestos a las libertades civiles por parte de una revolución emblemática?

Cuba vive una agresión permanente por parte de la mayor potencia del mundo: desde Playa Girón, pasando por los cientos de intentos de asesinatos a Fidel Castro, hasta el bloqueo criminal que distorsiona toda la realidad económica, política y social de la isla. ¿Por qué a Cuba se le exige el modelo de la democracia capitalista si, al mismo tiempo, se la ha agredido sin contemplaciones democráticas violando principios de soberanía, libre autodeterminación de los pueblos y convivencia pacífica? ¿Por qué todos los problemas de Cuba reciben una atención mediática que no reciben otros países? ¿Han reportado las agencias de prensa cuántos suicidios —y una huelga de hambre es una forma de suicidarse— hubo en las cárceles del mundo en la última década o, si se quiere, desde comienzos de 2010 hasta el día en que falleció Zapata?

En general, los Estados del mundo tienen, en su legislación, los casos tipificados en los que se condena a una persona por conspirar contra el sistema establecido. ¿Por qué a Cuba se le pide que reconozca una amplia libertad para conspirar, incluso, contra la propia estabilidad del sistema establecido en su Constitución? Me parece que, además, al juzgar el problema de los presos políticos, habría que establecer la diferencia entre quienes, por ejemplo, se asocian con una potencia extranjera para invadir su propio país o participan en un intento de magnicidio o atentan contra la vida de la población civil, y entre quienes expresan su desacuerdo con el sistema, situación esta última que debería tolerarse en la construcción de una sociedad que vele por la libertad del ser humano.

Lastimosamente, el socialismo cubano no ha podido desarrollar un sistema político que garantice la libertad de consciencia y otras libertades políticas del ser humano y, en la práctica, fue restringiendo la esfera de las ideas al estrecho círculo del pensamiento único. En las famosas “Palabras a los intelectuales”, Fidel Castro dijo: “…dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución nada.” Esa consigna fue de fines de junio de 1961, dos meses después de la frustrada invasión de mercenarios y contrarrevolucionarios, auspiciados por la CIA, en Playa Girón. El discurso continuó así: “Contra la Revolución nada porque la Revolución tiene también sus derechos y el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir y frente al derecho de la Revolución de ser y existir, nadie.” ¿Ha variado la situación desde 1961 hasta 2010? ¿La intensidad de los peligros continúa luego de más de cincuenta años de revolución?


Si después de cincuenta años de un proceso político, no puede existir la diversidad de pensamiento dentro de la revolución, incluido el margen para la disidencia ideológica, estamos ante una frustración histórica. La liberación del ser humano abarca todas las esferas de la existencia y la libertad de pensamiento es fundamental para ella. ¿Cómo lograr que convivan eso que se llama justicia social y la defensa sin restricciones de la libertad de consciencia de los individuos? Pero el asunto va más allá: en el caso de Orlando Zapata se evidencia una realidad cruel: el Otro es siempre un Enemigo al que hay que liquidar. ¿De qué manera una revolución debe modificar esa concepción del tratamiento de las contradicciones en su interior?

Es cierto que debemos exigir el cese del bloqueo a Cuba y todo tipo de injerencia política en la isla, porque mientras estas condiciones no se cumplan, el discurso de condena a Cuba será producto de la doble moral del Imperio y sus voceros. Pero, me parece que la crítica de izquierda, sin desconocer la situación histórica de Cuba y más allá del fariseísmo mediático, también debe señalar la necesidad de apertura del régimen cubano frente al ejercicio de la libertad de consciencia; la revisión transparente del estado, personal y jurídico, de los prisioneros por razones políticas y la situación de sus familiares; y la garantía revolucionaria para la existencia de un estatuto de oposición.

La muerte de Orlando Zapata, albañil, fontanero, negro y disidente, nos conmueve a todos los que militamos por la vida y, como no podemos permitir que se la instrumentalice políticamente, debe ser motivo de reflexión sobre la defensa de las libertades civiles en el socialismo.

Quito, marzo 4, 2010


domingo, marzo 07, 2010

La muy dura profesión literaria

(Extracto de “Medardo Ángel Silva y la crónica de una época de artificios”. El artículo completo, con las correspondientes notas al pie de página, puede ser leído en http://www.raulvallejo.com/)

"La profesión literaria, que tú sueñas camino de gloria, es muy du¬ra, joven iniciado. Ante todo, las gentes se preocupan mucho por eso que llaman la «escuela» del escritor. Si escribes con la serena unción de Fray Luis, la gra¬ciosa frescura de vino añejo del divino Marqués de Santillana, o la pureza del hondo Jorge Manrique, te llamarán desenterrador de momias y encarnizante; si lo haces con la ingenua sencillez de los primitivos, sin oropeles, sin flores retóricas ni mitologías de similor, serás un pobre bárbaro; si amas las moder¬nas ondulaciones del Ritmo y pones tu alma melodiosa en áureos versos de melifluo dulzor, que tengan el vago encanto de una tarde nórdica vestida de bruma, te dirán decadente y serás víctima de cuanto Hermosilla roe zancajos de rimador."

Ese texto —aparecido en la revista Patria y anunciado como parte del libro La máscara irónica, que Silva nunca llegó a ver publicado— está ubicado en medio de una polémica estética desatada entre lo moderno y lo viejo, sobre todo si lo cotejamos con otro juicio de Silva que —en un artículo crítico de 1915 sobre el poeta Arturo Borja (1892-1912), de quien dice que «ha personificado una tendencia literaria» — reclama la incomprensión de la que el «arte nuevo» había sido objeto: «El público, poco menos que ciego, creía, pues, a la renovación, al movimiento nuevo —el Modernismo que llamaban— algo así como un monstruo apocalíptico, dragón alado y de férreas zarpas». El fin trágico de Silva y Borja, que se suicidaron, y las muertes en personales reclusiones y aislamientos de los aristócratas Ernesto Noboa Caamaño (1891-1927) y Humberto Fierro (1890-1929) dieron pábulo para que todos ellos fueran bautizados como «la generación decapitada» por Raúl Andrade en un artículo titulado «Retablo de una generación decapitada»; «apelativo malintencionado y vene¬noso», según José Joaquín Pino de Icaza (1902-1958), modernista que fuera concejal y diputado. Muy poco conocida es la rectificación que el propio Andrade hiciera años más tarde:

"Con alguna premura conceptual califiqué, años atrás, a la genera¬ción poética de Borja, Noboa y Caamaño y Fierro, de «generación decapita¬da». En ello existió cierta ofuscada prisa que diera lugar a largos malentendi¬dos. Vista desde la serena perspectiva del tiempo, quizá le iría mejor la [de¬nominación] de «generación del desistimiento» por su voluntaria dimisión de la vida que le caracterizó."

Pero también está ubicado en la perspectiva crítica que Silva tuvo respecto del movimiento literario del país. Silva escribió en Patria: «debemos confesar dolorosamente que no se hace Crítica entre nosotros» y tuvo plena conciencia de que el modernismo había llegado a su fin para ese tiempo:

"Es hora ya de que se convenzan los que dicen llamarse intelectuales que el Modernismo ha muerto; queda de él el amor a la libre expresión artística y la emancipación de las gastadas reglas. Pero ello no significa el desprecio por el idioma, sino, al contrario, su culto; ello no significa el prurito de «hacer novedades» aunque esas novedades lleven el estigma del ridículo."

Con reservas frente que en el nuevo Estado de la triunfante burguesía, por la división social del trabajo, «ser poeta pasó a constituir una vergüenza», puesto que para el caso ecuatoriano, la condición de poeta o literato todavía, en ese momento, tenía cierto prestigio y abría el camino a ciertos puestos públicos de representación; podría, sin embargo, calzar la siguiente descripción, al menos para la imagen que los cuatro «decapitados» crearon —es decir, ficcionalizaron— de ellos mismos:

"La imagen que de él [el poeta] se construyó en el uso público fue la del vagabundo, la del insocial, la del hombre entregado a las borracheras y orgías, la del neurasténico y desequilibrado, la del droguista, la del esteta delicado e incapaz, en una palabra —y es la más fea del momento— la del improductivo."

En tono irónico, en la misma revista Patria —que Silva dirigiría des¬de el 14 de julio de 1918—, en febrero de 1918, apareció una caricatura bajo el título «¿Quiere Ud. ser poeta modernista?», en la que se indicaban nueve reglas que, en síntesis, decían lo siguiente: 1) usar el pelo largo y lentes de carey; 2) inyectarse opio, fumar morfina y beber éter; 3) pade¬cer neurastenia; 4) presentarse como raro; 5) contar su vida íntima al pró¬jimo; 6) a las prójimas, llamarlas chinas o japonesas; 7) incluir en sus poe¬sías una sonata de Chopin, un cisne, una princesa y una luna; 8) no tener dinero y pedir prestado; y 9) «detestará todo lo vulgar, comer tener ver¬güenza, saber ortografía, pagar lo que se debe, etc.».
En contra de la idea que señala a Silva como un poeta maldito, Abel Romeo Castillo cuenta que, como lo hacía con frecuencia, el director de El Telégrafo, su padre, José Abel Castillo, delegó a Silva la representación del periódico para la inauguración de un club social:

"[...] apenas apareció nítidamente en los salones del nuevo Club social se convirtió en la figura central y en el blanco de todas las atenciones, no só¬lo de los dignatarios de la nueva institución que se inauguraba, sino también de todas las bellas concurrentes que rodeaban afectuosamente al poeta solici¬tándole autógrafos y poéticas endechas."

Nada más lejos de la imagen de antisocial; más aún si resaltamos el hecho de que más de un tercio de sus artículos fueron ubicados en la primera página de la edición correspondiente del periódico. Para añadir ejemplos a la idea del prestigio señalamos que Luis A. Martínez fue ministro de Instrucción Pública; José de la Cuadra, subsecretario; y Pablo Palacio, secretario del Congreso, aunque es conocido el aislamiento en el que vi-vieron sobre todo Borja, Noboa Caamaño y Fierro. Una matrona de Guayaquil, admiradora de Silva, le escribía diciéndole que ella quería verlo a él brillando en el Congreso, como diputado. Estos datos permitirían barajar una hipótesis en el sentido de que, en la esfera social del Ecuador de comienzos de siglo, el escritor no es exactamente el «paria» del que habla Rama —a no ser por aquellos que se autoexcluyeron de ella al no entender el sentido de las transformaciones políticas del momento—, sino un elemento social que todavía articula la noción de «la persona cultivada» como sujeto de orgullo. Tal vez el punto de diferenciación sea que el «ser intelectual» abre camino al cargo público, mientras que el «ser poeta» solamente convierte a la persona en «sujeto no-presentable». Puesto que «no gana dinero», el poeta ha pasado del estatuto semidivino de Víctor Hugo a la degradación de Paul Verlaine.
Para J.J. Pino de Icaza, la idea sobre los escritores entregados a los «paraísos artificiales» desarrollada por el cuerpo social resultaba una perversidad, pues, según él, «la misma concepción de la «droga» en la ex¬presión lírica, era completamente falsa». Comenta, al respecto, Pino de Icaza: «Sonríe uno, de la puerilidad de Ernesto Noboa, verbigracia, cuan¬do dice: "Tan sólo calmar pueden mis nervios de neurótico / la ampolla de morfina o el frasco de coral" porque no existe "drogadicto" que conceda aprecio alguno a la ampolla de 0,01 centigramos de morfina que es la única dosis corriente de laboratorio, buena para un efecto analgésico, pero insuficiente para las euforias que sus nervios exigen del morfinómano inveterado». El propio Silva, en una de sus crónicas, tiene una posición mo¬ralizante respecto del opio, al que llama «veneno»:

"¡Y a cuántos ha perdido el anhelo imposible de abrir, con la llave de las pipas cargadas de opio, la puerta del mundo irreal que se dilata, Dios sabe hasta qué infiernos de pesadilla, hasta qué abismos caóticos, de donde no se vuelve! [...]"

Este debate, en el caso ecuatoriano, está atravesado, más bien, por esa sensación de no pertenecer a un mundo «materialista»; y «materialista», para estos poetas, quiere decir un mundo donde el arte ha sido echado a un lado por el dinero y también por la presencia de una nueva casta de militares que ha desplazado del poder político al viejo poder señorial. En este sentido, entendemos que «la repetida condena del burgués materialista» corresponde a «la instauración del mercado». En uno de sus artículos para Ilustración, escribe Silva unas «imprecaciones líricas» contra el espíritu burgués, los políticos, el clero, los comerciantes y las mujeres superficiales, es decir, contra todo aquello que el nuevo orden había convertido en elemento sustancial que giraba alrededor del ansia de acumular:

"No es para ti, burgués que llevas por corazón un dollar yanqui a cu¬yo precio venderías a tus hermanos y negarías a tu padre y a tu madre; no pa¬ra ti, político sin conciencia, filisteo con librea partidista, buitre que hinca sus garras sangrientas en el corazón palpitante de la República exangüe; no para ti, sacerdote falso de un culto de mentira, ministro que vestido con toda la so¬berbia pompa de los Príncipes de la Tierra, hablas de humildad y te cubres de vestiduras de majestades asiáticas para predicar la santa doctrina en nombre de aquel Maestro Divino de Judea; no para ti, oscuro mercader de alma judía, idólatra a los pies del becerro de oro; no para vosotras chiquillas de almas paralíticas que lleváis el corazón como vuestros vestidos: a la última moda."

El poeta del «sublime arte» niega la terrible posibilidad de que la poesía pudiera convertirse también en mercancía; por eso le niega al mundo burgués la posibilidad de apropiarse del sentido estético de la poesía y reafirma la idea de que ésta es incompatible con la mercancía, con aquellos valores de una nueva sociedad en la que el que no quiere lucrar parecería no tener cabida. En el mismo artículo afirma:

"No; la música selecta de los áureos versos, el palpitar cantante de la estrofa, el romper del consonante como una onda sonora reventando sobre la playa oscura, el ritmo imponderable de la Oda arrebatada, ¡no son para vosotros!"

Este desencanto frente a la nueva situación social expresa la conciencia de una derrota anticipada del arte frente al dinero, una apocalíptica premonición que visualiza la conversión final del poeta en una mercancía más que se exhibirá en el periódico como una suerte de condena después de muerto. Así, el artículo ya citado acerca de la profesión literaria, concluye:

"Pero, lo más probable es que mueras poco menos que desapercibido; tu defunción la anunciará, entre un aviso de específico yanqui y un suel¬to de crónica, el diario de que fuiste «asiduo colaborador»: aquello será el epí¬logo de la tragicomedia de tu vida; y debes agradecer —en ultratumba— al Director, que haya suprimido la inserción del reclame de una fábrica de embutidos para ocuparse de tu óbito."

Esa realidad social está tan vaciada de cultura, tan poco predispuesta a sentir el arte que el mejor consejo que se le ocurre a Silva para un artista plástico sobre quien escribe una efusiva crónica en la revista Patria es «que emigre, que huya de esta cloaca infecta por los microbios de la envidia y del vil mercantilismo».

viernes, diciembre 11, 2009

Con 26 años atrás, hoy

En el parque Lenin, en 1983, en una lectura de poesía durante el I Encuentro de Jóvenes Artistas y Escritores de la América Latina y el Caribe, organizado por la Casa de las Américas, en La Habana.


Texto solicitado por Casa de las Américas a propósito del II Encuentro de Jóvenes Artistas y Escritores de la América Latina y el Caribe “Casa tomada”, en La Habana, entre el 14 y el 18 de noviembre de 2009


Además se trataba de mi primer viaje a La Habana e iba cargado no sólo con mi pequeña maleta sino con todo el sentido mítico de aquella ciudad que nos convocaba entonces para el arte y la literatura, pero, sobre todo, para la vida. Durante el vuelo desde Panamá del ilyushin de Cubana de Aviación se tejieron la ansiedad y la ilusión por conocer esa isla que había desafiado a un imperio y que construía al hombre nuevo. Y la camaradería empezó desde la noche en que llegamos al viejo aeropuerto José Martí y ese olor a tabaco negro, con el que están impregnadas las calles habaneras, nos dio la bienvenida.

En 1983 también éramos jóvenes y artistas. Y creíamos en ese compromiso de la palabra del ser humano con sus congéneres. Y creíamos en la libertad para crear, en la obligación de buscar nuevas formas expresivas, en la ética y la estética de un tiempo malo no sólo para la lírica sino para la vida misma. Y creíamos en la solidaridad con los pueblos que buscaban la justicia social. Veintiséis años después, ya no somos todo lo jóvenes que éramos; pero seguimos siendo artistas y seguimos creyendo en lo que creíamos mientras existimos en un mundo de descreídos.

Fueron días intensos en los que se mezclaron las artes y la poesía. Lo mismo en el Parque Lenin que en los salones de la Casa, nuestra casa; en el cine Yara o en el teatro Carlos Marx; frente a la Catedral o en el patio de una construcción de viviendas donde fuimos voluntarios por una tarde. Con Juan José Dalton, fotógrafo y periodista salvadoreño, y Arturo Arias, novelista guatemalteco, nos encargamos de buscar las palabras que nos representaran en esa suerte de manifiesto final de un encuentro que quiso darle un sentido poético a la política sin escamotear la dimensión política de toda poética. Nos reafirmamos artistas y escritores para la vida. Nos comprometimos no sólo a interpretar el mundo sino a luchar para transformarlo.

El imperio sigue amenazando a esa isla que se sobrevive a sí misma y el hombre nuevo ha envejecido. El arte y la literatura continúan exigiéndonos el espíritu libre para la creación, la búsqueda inacabable de las formas, la ética de las palabras. La vida nos obliga a una transformación permanente de la vida misma y hacer de la Casa una casa tomada es más que un gesto simbólico, es un desafío estético frente al texto del arte propio.

Quito, 01.12.09

domingo, julio 26, 2009

La pareja, un cantar de amor de todos los días

Palabras dichas durante el matrimonio civil de Diana Paredes y Sebastián Vallejo (en la foto, con Martín, su hijo)










La traducción del Cantar de los cantares, de Guido Cerenotti, poeta, filósofo y traductor nacido en Turín en 1927, es similar pero tal vez con más encanto poético que la de la Biblia de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera —lo de mayor vuelo poético se explica por cuando Cerenotti es un poeta que también ha traducido los Salmos y El libro de Job—. En ella leemos: “Un sello en tu mente / Y un brazalete sobre tu brazo que yo sea // Porque el Amor es duro / Como la Muerte // El Deseo es despiadado / Como el Sepulcro // Carbones ardientes son tus fuegos / Una astilla de Dios encendida”. El judaísmo leyó el Cantar, uno de los poemas cumbres del erotismo, como la metáfora del pacto de Yavhé con el pueblo de Israel, y ciertas corrientes del cristianismo y del catolicismo en particular, como la profecía de la unidad de Cristo con la Iglesia. Pero ninguna de esas lecturas me interesa comentar en este momento de regocijo.

La experiencia carnal de los esposos en el Cantar es el deslumbramiento de dos cuerpos atravesados en la plenitud de su alma por la palabra erótica. Ella dice a su esposo: “Que me abreve de besos tu boca / Porque tu amor embriaga más que el vino.” Dios, en tanto Ser supremo y creador, está ausente del poema pero no la experiencia de la divinidad: todas las palabras son una conjunción de esa espiritualidad bendecida que es la vivencia erótica de los que se aman. Él le responde: “Panales chorreantes tus labios oh esposa / Miel y leche en tu boca.” Los amantes perviven uno en el otro como una marca que los convierte en parte del otro; los amantes llevan en sí mismos la persistencia de la pasión como un soplo que atiza la llama del espíritu que se entrega día a día.


Con esa marca en medio de la miseria del mundo la pareja se construye como la única realización exultante del amor. Él alaba la intimidad de la mujer que ama: “Tu vulva es un curvo alambique / De oloroso licor nunca seca,” y ella responde, convertida ya en un campo de flores encendido: “Yo de mi Amado soy / Siento su deseo sobre mí.” El Cantar es el proemio para entender desde la piel encendida a un hombre y una mujer entregados el uno al otro, conviviendo en ese ser llamado pareja que los contiene, no disueltos a tal punto que se desdibujan de sí mismos sino definidos, claramente identificados, siendo lo que cada uno de ellos son para juntos, en pareja, ser mucho más que la sumatoria de dos unidades.


Lo divino se transmuta en aquellos carbones ardientes inundados por lo sagrado: “Amigo ven / Salgamos al campo / Pasaremos la noche entre los huertos / Allí te daré mi leche,” propone la esposa pues ha escuchado decir al esposo: “Maravillosas tus caricias / hermana mía y esposa / Más que el vino maravillosas / Y el olor que exhalas / Supera todo perfume.” Y para que todo esto suceda es imprescindible que las almas estén dispuestas a fundirse tanto en la fiesta del amor carnal como en la cotidiana alegría de los espíritus que transforma la taciturna mañana nublada en un día esplendente.


Digamos que ustedes, Diana y Sebastián, han hecho las cosas de manera ligeramente heterodoxa para decirlo con suavidad. Martín, este niño de sonrisa cautivante y pucheros de consentido, es el testimonio dulce e irrefutable de lo que digo. Pero Martín también es en sí mismo un ser convocado para el deslumbramiento del amor. Tenerlo entre nosotros es confirmación de la persistencia de la vida humana bañada por el espíritu de una pareja que nace del alma joven de cada uno de ustedes dos.


La pareja es posible cuando se asienta en la mutua admiración de lo que cada uno de ustedes es antes de la construcción de sí misma. La pareja es posible cuando la entrega es una totalidad que sin desdibujar al ser que cada uno es lo multiplica y contribuye a que crezca en libertad. Pero no se trata de la libertad del que camina un sendero distinto y distante de la persona que dice que ama, sino la libertad del espíritu que se sabe parte del ser con el que anda por el mundo sin que le pese, la libertad del que se asume a sí mismo como perteneciente de manera exclusiva a quien ama. El amor se funda sobre la entrega sin condiciones; no es la suma triste de dos soledades sino una fiesta de dos seres solidarios entre sí. Como dice el poeta Luis Cernuda: “Libertad no conozco sino la liberta de estar preso en alguien / Cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío; / Alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina, / Por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, / Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu / Como leños perdidos que el mar anega o levanta / Libremente, con la libertad del amor, / La única libertad que me exalta, / La única libertad por qué muero.”


Sebastián, astuto hijo mío, como te decíamos de niño, en quien deposito casi todas mis complacencias, Diana, querida hija mía, que hoy, formalmente, eres parte de una familia que, como todas, está signada por los lazos de afecto, el anhelo de lo que querríamos que fuese y la nostalgia de lo que no fue: el Cantar nos habla del amor en el que se funden los cuerpos de un hombre y una mujer; para que la vida los alumbre recuerden siempre que la pareja es un cantar de amor de todos los días.

Santa Ana de Nayón, sábado 18 de julio de 2009

lunes, julio 06, 2009

Jorgenrique, (post)elegía & pre/celebración


Publicado en El Telégrafo, lunes 6 de julio de 2009


…o sea que finalmente te fundiste a la tierra del paisito para siempre [canto de un yaraví, tus cenizas acurradas en una vasija de barro: “mi tierra ha de ser mi casa, / sembrar estrellas mi oficio.”] y la dejas impregnada de tu palabra desnuda [lúcida consciencia ética y estética de nuestra América] patria del lenguaje de identidad plural y múltiple [no te rindas, lector, continúa por estos meandros antes de pasar al artículo vecino] …o sea que “la muerte, en fin de cuentas, es la sanción por la belleza del estilo, por haber llamado la atención hacia tu combate individual y además con un traje diferente,” pero tu escritura es tu vida que permanece: “Polvo de un lenguaje que vino a dejar sus restos, / ceremonia ritual de la lengua en el subterráneo sonoro de la nada, / silencio que sacrílego rompo con esta palabrería” ...o sea que tu muerte es sólo un (pre)texto para celebrar el texto definitivo de ti mismo.


jorgenrique adoum (Ambato, 29 de junio de 1926 – Quito, 3 de julio de 2009) creía que “el enemigo fundamental de todo escritor son las palabras; contra ellas y con ellas debe combatir”; por eso su literatura es el espacio de un lenguaje viviente que buscó desde un principio nuevas formas de decir: “No era sólo la aventura. El hogar es una prisión y la cárcel / otra forma de certeza”, ya sea por el encuentro festivo con la quiebra de la palabra: “te número te teléfono aburrido / te direcciono (callo caso y escalero) / y habitacionada ya te lámparo te suelo”; ya por la imagen sorprendente: “Teje, viuda de dios, casi araña, tu tela de guerrera sosegada, / atrapa para siempre ese amor que pasó entre tus sábanas.” Y, en ese lenguaje llevado al extremo de sus posibilidades de significación, su ética de punzante consciencia de los límites propios siempre estuvo presente: “ustedes presabían (como todo) camaradas / que iba a ser un espécimen de intelectual podrido / porque escribo en lugar de componer-el-mundo entre dos tintos.”


ah, y el amor tam. “Lo que más me gusta de ti, dijo Bichito, es que desnudo sigues siendo el mismo.” Búsqueda de siempre de lo auténtico en sí mismo: “Yo entro. / Me veo al que fui hace tiempo, / Me espera el que soy ahora. / No sé cuál de los está más viejo”; en la historia del paisito: “Es un país irreal, limitado por sí mismo, / partido por una línea imaginaria”; en la relación [corazónmente reflexiva, celebratoria de la piel, abisal] de un hombre y una mujer: “madrúgame mañana para reamarnos / y rehacernos emparejados el cuerpo / antes de que el día nos desdoble.”


jorgenrique adoum, maestro del lenguaje convertido en un territorio de exploración infinita, nos hizo los lectores que somos, los escritores que queremos ser siempre, los creyentes de un país “donde seamos capaces de mirar por sobre el hombro la ruina que queda a nuestra espalda, y construyamos un paisaje luminoso para todos”; pero sobre todo nos enseñó, con su literatura, la complejidad de la palabra poética, la ética profunda de lo humano y lo doloroso de ser uno mismo.

Santa Ana de Nayón, 04.07.09

domingo, junio 28, 2009

Escrito desnudo















Estudio de Adán, para La Creación, de Miguel Ángel


Te espero en este ático donde habito en exilio voluntario. Aún no te conozco pero ya te deseo. Mientras aguardo tengo miedo de abrasarme en el desierto de la sábana en blanco.

Irrumpes de pronto mas el ansia de poseerte, de entregarme a ti, se estrella contra el rito moroso que oficias mientras tu cuerpo se despoja de su última hoja de parra.

Al tiempo que tu cuerpo aletea sobre el palimpsesto de la sábana fresca el temor se esfuma y la duda se instala debido al abismo que existe entre la caricia soñada y la que damos, entre la palabra que anhelamos y lo dicho.

La duda se desvanece en la orgiástica plenitud del instante. El placer perdura mientras mi piel es un escribiente sobre tu piel pero, como toda escritura es efímera, me resigno a tu partida.

Mi cuerpo, mutilado de ti, te sigue esperando.

Domingo 28 de junio de 2009, Día del Cincuentenario

viernes, mayo 01, 2009

Los impacientes: la búsqueda del amor adulto

“¿Cómo puede decirse lo que está pasando? Solamente hay alegría en la evocación de cosas lejanas; cuando un final está cerca, su idea nos obsesiona, y muerte sólo es una palabra grande justo antes de la muerte”, escribe Keller, uno de los protagonistas de la novela. “En realidad no era hoy, hacía años que lo buscaba, de algún modo: pero buscada un monstruo, al diablo mismo, tal vez... Y lo encontré. Pero no al diablo: lo encontré a usted”, dice Mila cuando enfrenta a quien ha sido un dolor atravesado en su cuerpo. Ellos dos y Boris constituyen un trío de amigos que protagonizan, con vértigo e impaciencia, un proceso de “educación sentimental” que los enfrenta al amor adulto: aquel de la entrega plena que sobrevive a una sociedad signada por lo efímero.

Los impacientes (Premio Biblioteca Breve 2000), de Gonzalo Garcés (Buenos Aires, 1974), es una novela con un soporte anecdótico mínimo, construida desde un lenguaje sostenido en la evocación y en una reflexión deslumbrante acerca de los caminos del amor. Una novela del Buenos Aires de finales del siglo XX pero también del ser humano enfrentando a un mundo que arrastra a sus habitantes hacia la trampa de su rutina.


Mila, que tiene una fractura secreta en su vida, quiere ser escritora. Boris, quiere ser músico. Keller anhela el imposible amor sin dolor. Viven atrapados sentimentalmente en un triángulo del que la traición es el camino elegido para salirse de él. Pero, en ese proceso, los personajes maduran más rápida y dolorosamente de lo esperado por todos. De pronto se ven, brutalmente, arrojados a la vida; pero en ese proceso se ven, también, crecidos: han aprendido a amar y a entender el sentido del amor adulto.


Los personajes de Los impacientes están signados por la inteligencia: sus dramas se vuelven complejos y la búsqueda de salidas no deja intersticio sin explorar. La lectura, entonces, se convierte en un desafío y la novela en un texto de inquietantes reflexiones acerca del amor y sus verdades desgarradoras, de la muerte y la fragilidad humana ante ella, de la vida y la complejidad del alma humana, del mundo y la ficción de libertad que nos toca vivir en él. Los personajes inteligentes nos acercan de manera lúcida a un juego de ideas en el que lectoras y lectores nos vemos, de pronto, inmersos en la palabra desnuda.


Hacia el final de esta novela que se desafía a sí misma con un “final feliz”, Mila escribe a Keller: “Pero ¿por qué conformarse –en tal esquema– con ponerlo al final del camino? ¿Por qué asociar el Edén, con tanta insistencia, al esclarecimiento? No digo que no sea una solución válida, pero no es la única. Dicho de otro modo, y ya que te gusta tanto recordar nuestras citas bíblicas: en el primero de los libros sagrados, del que si duda habrás oído hablar, se cuenta de una pareja célebre que fue expulsada del paraíso, precisamente, por haber comido el fruto del árbol de la ciencia”. En estas palabras, tal vez, está simbólicamente hablando, la metáfora de la búsqueda: la impaciencia por saber implica la pérdida de la inocencia y, por tanto, la asunción del amor adulto y el dolor que le es intrínseco.


Los impacientes es también una novela que, a contracorriente de cierta literatura “light”, se percibe libre en la construcción de una plena libertad del artista que desafía la tendencia del gusto imperante en el mercado. Esa libertad permite la construcción de un lenguaje sólido, irónico, sin concesiones al momento de resolver el discurso narrativo.


Los impacientes, de Gonzalo Garcés, es una novela inteligente, de escritura depurada y profunda, que nos vuelve cómplices en el amor a unos personajes arrojados con vehemencia al aprendizaje de la vida.


Nayón, 01.14.01

miércoles, febrero 25, 2009

La fiesta de Vargas Llosa

Uno
La novela abre su primera línea narrativa con el irresuelto drama de Urania Cabral. Ella ha regresado a la isla; cuando partió de Santo Domingo de Guzmán, la capital de República Dominicana aún se llamaba Ciudad Trujillo. Es la única hija del senador Agustín Cabral, que aparece como uno de los hombres fuertes del régimen, caído en desgracia en 1961 ante los ojos del general Trujillo sin que el senador pudiese explicarse la causa del desafecto. Urania, "espigada y de rasgos finos, tez bruñida y grandes ojos oscuros, algo tristes", es una mujer profesionalmente realizada pero su odio, su miedo y su imposibilidad de amar continúan hirviendo en su interior. Requiere hablar para vomitar la miseria que ha marcado su existencia y que vive en ella sin darle tregua. Su historia personal condensa, desde el drama privado, el horror público de la historia de su país durante la Era Trujillo.

La segunda línea narrativa se asienta en la disección de la intimidad del Jefe, Generalísimo, Benefactor, Padre de la Patria Nueva, Su Excelencia el Doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina, dueño de una mirada "que nadie podía resistir sin bajar los ojos, intimidado, aniquilado por la fuerza que irradiaban esas pupilas perforantes, que parecía leer los pensamientos más secretos, los deseos y apetitos ocultos, que hacía sentirse desnudas a la gente.". Trujillo está atormentado por dos tipos de problemas. Los personales: su esfínter no funciona y no puede retener la micción; vive el ocaso de una potencia sexual que lo volvió una celebridad entre aquella machería caribeña; le subleva la rapacería de su mujer; le decepciona la inutilidad de sus hijos y sus hermanos. Los políticos: a pesar de que el Papa Pío XII lo condecoró con la Gran Cruz de la Orden Papal de San Gregorio, el clero ha declarado su oposición el régimen y exige respeto a los derechos humanos; después de haber convertido a su gobierno en un baluarte del anticomunismo, los gringos amenazan con otra invasión; y, finalmente, las sanciones de la OEA tienen asfixiada la economía de la isla. Más allá de la postura política que el autor tiene contra los dictadores, la novela de Vargas Llosa hace de Trujillo un personaje literario complejo, completo, verosímil.

La tercera línea de la narración desarrolla el intricado mundo interior de quienes han fraguado el asesinato de Trujillo mientras esperan la llegada del dictador al lugar donde tendrá lugar la emboscada. Todos ellos fueron, en su momento, trujillistas convencidos; sostén del régimen en las diferentes esferas de la vida pública. Cada uno de los complotados tiene una historia personal que la novela va desentrañando hasta ubicarlos, frente al lector, en el momento de la definición: saben que en su gesto, se les irá la vida. Son personajes que van contribuyendo a que la novela nos muestre el horror de un régimen dictatorial: no sólo desde la represión directa que es lo evidente; sino desde esa zona personal en donde la dictadura ejerce la peor de las represiones: el dominio sobre el espíritu de la gente que hizo que miles de dominicanos colocaran en el vestíbulo de la entrada de sus casas, la placa de la lealtad: "En esta casa Trujillo es el Jefe".

La fiesta del Chivo, (Madrid: Alfaguara, 2000), de Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936), a través de tres líneas narrativas conjuga esa siempre difícil relación entre ficción e historia; disecciona las entrañas de las personas que se convirtieron en personajes públicos resolviendo con escritura maestra la relación de lo público y lo privado; y nos ofrece un descarnado y lúcido alegato contra la tiranía.
Dos
En la página nueve de la edición del jueves 1 de junio de 1961, de El Comercio, un despacho de la AFP, resumía el esperpento histórico del trujillismo: “Hizo ejecutar a más de 20 mil personas; poseía fortuna personal de 800 millones de dólares y 1.217 monumentos en su honor”. En la misma página, en el pie de la foto de Joaquín Balaguer, se dice: “...presidente títere de la República Dominicana”. La novela de Vargas Llosa, disecciona los mecanismos del poder. El esbirrismo y el oportunismo políticos están sintetizados en la figura de Joaquín Balaguer, cuyo discurso de incorporación a la Academia de la Lengua, según la novela, tenía por título: “Dios y Trujillo, una interpretación realista” y decía en una de sus partes: “Dios y Trujillo: he ahí, pues, en síntesis, la explicación primero de la supervivencia del país y, luego, de la actual prosperidad de la vida dominicana”. El mismo Balaguer, el 2 de octubre de 1961, cambiando radicalmente su posición, anunciaría en la Asamblea General de ONU que “en la República Dominicana está naciendo una democracia auténtica y un nuevo estado de cosas”.

La novela desarrolla la tesis de que la miseria de los personajes que se enredan en el poder corrupto es la asunción del adulo y la hipocresía. En tales prácticas se anulan como seres humanos. Balaguer, por ejemplo, es un personaje taimado capaz de decir lo citado cuatro meses después del asesinato de Trujillo, cuando un año antes había dicho: “La obra de Su Excelencia el Generalísimo Dr. Rafael L. Trujillo Molina ha alcanzado tal solidez que nos permite, al cabo de treinta años de paz ordenada y de liderato consecutivo, ofrecer a América un ejemplo de la capacidad latinoamericana para el ejercicio consciente de la verdadera democracia representativa”. En este sentido, Vargas Llosa maneja con deslumbrante oficio de escritor la enorme documentación histórica que sustenta la novela.

Por lo dicho, asombra que existan ciertos lugares comunes (“tiembla como un papel”), expresiones cursis (“Eres pura como un lirio”), o frases hechas (“mirándose como sorprendidos en falta”); ciertos gazapos literarios como decir que un personaje no podría implicar a mucha gente, y, más tarde, resulta que, capturado dicho personaje, denuncia a todos los implicados en el asesinato de Trujillo; ciertos atentados a la economía del lenguaje (el insustancial saludo del comienzo del capítulo V).

Más allá de tales problemas, la construcción de la ficción imbricada en la verdad histórica está resuelta a través de la narración indirecta destinada al monólogo interior de los personajes. Cada momento público está planteado desde la problematización de la situación privada. De esta manera, Vargas Llosa consigue que la historia colectiva sea construida desde la mirada individual. La novela, entonces, se mantiene en el pacto fundamental de la ficción: la noción de verdad radica en la verosimilitud del discurso narrativo. En este campo, el manejo preciso de los indicios mantiene la intriga de un texto en el que los hechos son ya conocidos por el lector.
En La fiesta del Chivo, Vargas Llosa parte del drama individual para incorporarlo en la historia de República Dominicana y plantear que mientras existió el trujillismo los dominicanos estuvieron condenados a “esa horrible desazón y desagrado de sí mismos, a mentirse en cada instante y engañar a todos, a ser dos en uno, una mentira pública y una verdad privada prohibida de expresarse”, según piensa Antonio Imbert, uno de los complotados para el asesinato de Trujillo, la noche del martes 30 de mayo de 1961.
Santa Ana de Nayón, julio 20, 2000

sábado, septiembre 27, 2008

Vita brevis, la reivindicación de lo sensual

En el año 386 se produce la conversión de Aurelio Agustín, quien en el 397 será nombrado Obispo de Hipona y un año más tarde terminará sus famosas Confesiones. Desde ese momento, la concubina que tomara a los dieciocho años, en el 372, quedaría para la posteridad como una representación de sus más abyectos desvaríos carnales. Pero la literatura, que toca lo sagrado y lo convierte en profano, ha recuperado para el espíritu escéptico de nuestros días la voz de Floria Emilia, aquella concubina anónima, hoy nominada gracias a las mentiras verdaderas de la novela.

Vita brevis (1997), de Jostein Gaarder (Oslo, 1952), no está dirigida al público juvenil como lo estuviera El mundo de Sofía (1991). Vita brevis es una novela que confronta al carácter maniqueo de las Confesiones, de San Agustín, desde la voz recuperada de su concubina, símbolo del Otro-sin-poder, y reivindica la sensualidad humana como la única realización posible del amor.


La estrategia de verdad no es nueva: se trata de un manuscrito de dudosa procedencia que el autor dice haber encontrado en la feria de San Telmo, en Buenos Aires, del que nos entrega la traducción del latín. Manuscrito perdido, tal vez para siempre, porque el autor declara haberlo entregado a la Biblioteca del Vaticano sin pedir recibo para luego obtener la respuesta de que tal manuscrito nunca existió. Pero esa estrategia permite que Floria Emilia, la amante anónima de San Agustín, sea nominada, tenga voz y dialogue, mediante una epístola, con el patriarca de la iglesia católica.


“Son mis confesiones –escribe Floria–, si lo prefieres, pues considero esta carta algo más que un saludo personal: es también una carta dirigida al obispo de Hipona Regia (...) Puede mi carta ser considerada, entonces, una carta a toda la Iglesia cristiana...”. En este sentido, la voz de Floria es la palabra del Otro-sin-poder que construye un discurso que desacraliza el carácter autoritario de las Confesiones. De manera sutil, el personaje femenino restituye por sí mismo el sitio que le corresponde frente al hombre poderoso cuyas debilidades conoce: “Te sentías orgulloso, un triunfador, por tenerme a tu lado; no tanto por haberme elegido como porque yo te hubiera elegido a ti”.


A partir del recuerdo de un episodio en la vida de Floria y Agustín, la exconcubina organiza la reivindicación del carácter sensual del amor. “Cuando hubimos cruzado el Arno, me detuviste poniéndome una mano cariñosa en el hombro y me pediste permiso para olerme el cabello (...) me abrazaste tiernamente y susurraste: ‘¡La vida es tan breve, Floria!”. Me agarraste con fuerza la mano, como si hubieras decidido no olvidar nunca ese momento, y entonces oliste mi pelo”.


El episodio es una conjunción exhuberante de sentidos: susurrar, abrazar con ternura, oler el pelo; atravesada por la idea de “vita brevis” cuya obvia complementariedad es “carpe diem”, o sea: ya que la vida es breve, debemos vivir cada día con intensidad. Frente al renunciamiento, en nombre de Dios, que San Agustín hace de los sentidos, Floria los reinvindica en nombre del amor. Pero va más allá: demuestra que la renuncia de San Agustín es un renunciamiento egoísta: él la ha expulsado de su lado y de su corazón únicamente en provecho de su propia alma.


Vita brevis, más allá del confrontamiento filosófico y teológico, es una deslumbrante apuesta por el amor y la sensualidad: “La vida es tan breve –escribe Floria– que no podemos emitir juicio de culpabilidad alguno sobre el amor”.


Nayón, 07.08.99

domingo, septiembre 07, 2008

Solidarios con Ernesto Cardenal

“Denunciamos el reciente ataque del gobierno de Daniel Ortega contra el sacerdote y poeta Ernesto Cardenal. El Padre Cardenal había sido acusado en 2005 por injurias a raíz de una carta que publicó en defensa propia, y recibió una sentencia absolviéndolo de estos cargos y declarándolo inocente, tan absurda era la acusación. Ahora, un juez obediente a Ortega ha revocado esa sentencia declarándolo culpable. Esta acción es totalmente ilegal. La legislación nicaragüense considera que una sentencia sólo puede ser apelada en los seis meses siguientes, de lo contrario se considera cosa juzgada, y no puede cambiarse. Pero el sistema judicial responde a la voluntad política de Daniel Ortega. Todo aparece como una clara represalia por la permanente actitud crítica del padre Cardenal contra los abusos del gobierno de Ortega.

“Casualmente, esta sentencia fue dictada a su regreso de la toma de posesión del Presidente Lugo en Paraguay, a la que fue invitado de honor y a la que Daniel Ortega se vio impedido de asistir por el rechazo de las organizaciones feministas a su presencia, dada la acusación de abuso sexual que le hiciera su hijastra, Zoilamérica Narváez. En Paraguay, como en otros lugares, Cardenal dijo lo que piensa de Ortega. “La integridad de Ernesto Cardenal y sus credenciales como persona que ha dedicado su vida a la causa de la justicia, confieren enorme autoridad a sus críticas, tanto dentro como fuera de Nicaragua. Esto resulta intolerable para Daniel Ortega y es la razón por la cual Ernesto Cardenal ha sido condenado en un fallo judicial injusto y vengativo, y por tanto escandaloso.

“Ernesto Cardenal es la más reciente víctima del acoso sistemático orquestado en contra de todos aquellos que han levantado sus voces para denunciar la falta de transparencia, el estilo autoritario y el comportamiento inescrupuloso y la falta de ética de Daniel Ortega en su retorno al poder. Llamamos a los escritores y amigos de Nicaragua en el mundo a denunciar esta persecución política, a demandar el cese de estas acusaciones ilegales e infundadas y a expresar su solidaridad con Ernesto Cardenal y con el derecho del pueblo nicaragüense a vivir libre de miedo y represión.”

El comunicado lo firman Héctor Abad Faciolince, de Colombia; Hugo Achugar (Uruguay), Luis Fernando Afanador (Colombia), Héctor Aguilar Camín (México), Sergio Aguayo (México), Sealtiel Alatriste (México), Eliseo Alberto (Cuba), Felipe Aljure (Colombia), Nuria Amat (España), Jotamario Arbeláez (Colombia),Arturo Arias (Guatemala), Raúl Arias Lovillo (Rector Universidad Veracruzana, México), Edda Armas (Presidenta Pen Club de Venezuela). También Ricardo Bada (España), Juan Antonio Blanco (Cuba), Alberto Barrera Tyszka (Venezuela), Mario Benedetti (Uruguay), Paul Berman (Estados Unidos), Jorge Boccanera (Argentina), Juan Carlos Botero (Colombia), Carmen Boullosa (México), Javier Bozalongo (España), Rosa María Britton (Panamá), Chico Buarque de Holanda (Brasil), Dionisio Jorge Cabal Antillón (Costa Rica), Carlos Campos (México), Javier Campos (Chile), Marco Antonio Campos (México), Eduardo Casanova (Venezuela), Adolfo Castañón (México). Asimismo Horacio Castellanos Moya (El Salvador), Arturo Corcuera (Perú), Victoria de Estefano (Venezuela), Luis Antonio de Villena (España), Arturo Echavarría (Puerto Rico), Joaquín Estefanía (España), Festival de Poesía de Granada (España), Julio Figueroa (México), Raúl Figueroa Sarti (Guatemala), Ramón Fonseca M. (Panamá), Eduardo Galeano (Uruguay), Eduardo García Aguilar (Colombia), Isaac Goldemberg (Perú), Francisco Goldman (Estados Unidos/Guatemala). Luis Marcelino Gómez (Cuba), Gloria Guardia (Panamá), Heinz Günther (Alemania), Rafael Gumucio (Chile), Patricia Guzmán Bajares (Venezuela), Rafael Ángel Herra (Costa Rica), Francisco Hernández (México), Jorge F. Hernández (México), Miguel Huezo Mixco (El Salvador), Saúl Ibargoyen (Uruguay), Ana Istarú (Costa Rica), Bianca Jagger (Inglaterra), Darío Jaramillo (Colombia), Noe Jitrik (Argentina), Alicia Kozameh (Argentina), Nelly Keoseyán (México), Patricia Lara (Colombia), Rafael Lemus (México), Walter Lingán (Perú), Luce López- Baralt (Puerto Rico), Mercedes López-Baralt (Puerto Rico). Rafael Lemus Falcón (México), Tomás Eloy Martínez (Argentina), Ángeles Mastretta (México), Oscar Marcano (Venezuela), Willy Mckey (Venezuela), Salvador Medina Barahona (Panamá), Antonio Melis (Italia), María Luisa Mendoza (México), Mario Mendoza (Colombia), Seymour Menton (Estados Unidos), Carlos Meneses Cárdenas (Perú), Tulio Mora (Presidente Pen Club del Perú), Ana María Moix (España), Thelma Nava (México), Marysa Navarro (España/ Estados Unidos), Eric Nepomuceno (Brasil), Abraham Nuncio (México), Fernando Obregón (Perú), Julio Ortega (Perú), William Ospina (Colombia), José Miguel Oviedo (Perú), Cristina Pacheco (México), José Emilio Pacheco (México), Antonio Pasquali Grecco (Venezuela), Lola Pereira Varela (Red Internacional de Escritores por la Tierra), Cecilia Palma (Chile), Alfredo Pita (Perú). Del mismo modo firman José María Pérez Gay (México), Cristina Peri Rossi (Uruguay), Nélida Piñón (Brasil), Frances Puértolas (Brasil/España), Vicente Quirarte (México), Josué Ramírez Velázquez (México), Margaret Randall (Estados Unidos), Rosa Regás (España), Iván Restrepo (Colombia), Laura Restrepo (Colombia), Ricardo Ríos Torres (Panamá), Virginia Riquelme (Venezuela), Juan Manuel Roca (Colombia), Abelardo Rodríguez Macías (México). Daniel Rodríguez Moya (España), Miguel Rojas Mix (Chile), Armando Rojas Guardia (Venezuela), Ana Rossetti (España), José Carlos Rosales (España), José Carlos Rovira (España), Carmen Ruiz-Barrionuevo (España), Alejandro Sánchez-Aizcorbe (Perú), Julio Eutiquio Sarabia (México), Stacey Alba Scar (Estados Unidos), Federico Schopf (Chile), Hermann Schulz (Alemania), Ricardo Silva Romero (Colombia), Norita Scott-Pezet (Panamá), Antonio Skarmeta (Chile), Saúl Sosnowski (Argentina), Mariluz Suárez (México). Firman también Miguel Torres, Marita Troiano (Perú), Imma Turbau (España), David Unger (Estados Unidos), Marcela Valencia Tsuchiya (Perú), Fernando Valverde (España), Jorge Valdés Díaz Velez (México), Mario Vargas Llosa (Perú), Juan Gabriel Vásquez (Colombia), Francisco Vélez Nieto (España), Minerva Margarita Villarreal (México), José Javier Villarreal (México), Maruja Vieira (Colombia), Juan Villoro (México), Carlos Vitale (España), Yevgeny Yevtushenko (Rusia), José Félix Zavala (México), Zingonia Zingone (Italia), Alejo Urdaneta (Venezuela).

Añado mi voz a estas voces solidarias: la política, cuando solo sirve para esgrimir la irracionalidad del poder, no vale nada frente a un espíritu como el tuyo, Ernesto de Solentiname, que ha hecho de la ética y la estética un solo acto del ser expresado en la escritura poética.

SARAMAGO, GALEANO, YEVTUSHENKO
El premio Nobel de Literatura, José Saramago, emitió la siguiente declaración: “La primera precaución consistirá en no confundir nunca la ley con la justicia. A Ernesto Cardenal no le ha servido ley porque la administra una justicia que se dejó corromper por los rencores y las envidias del poder. Ernesto Cardenal, uno de los más extraordinarios hombres que el sol calienta, ha sido víctima de la mala conciencia de un Daniel Ortega indigno de su propio pasado, incapaz ahora de reconocer la grandeza de alguien a quien hasta un papa, en vano, intentó humillar. A Daniel Ortega le pido que se mire en un espejo y me diga qué es lo que encontrará en él. Si le da vergüenza, al menos que tenga la valentía de pedir perdón. Si no lo pide, si no levanta la voz para clamar, él mismo, contra la condena de Ernesto Cardenal, sabremos que sus méritos humanos y políticos han caído a cero. Una vez más una revolución ha sido traicionada desde dentro.”

A su vez Eduardo Galeano dijo: “toda mi solidaridad para Ernesto Cardenal, gran poeta, espléndida persona, hermano mío del alma, contra esta infame condena de un juez infame al servicio de un infame gobierno. Estas infamias te elogian, Ernesto. Te abraza, desde lejos, desde cerca, Eduardo Galeano.”

Asimismo, Yevgeny Yevtushenko, emitió la siguiente declaración: “Continuo recibiendo cartas por algunos escritores latinoamericanos muy conocidos que se parecen a pedazos de películas de horror. En ellas me avisan que el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal está bajo amenaza de arresto en su propio país. Estos rumores -ojalá rumores- se parecen a los sueños más increíbles que no se pueden imaginar porque el nombre de Cardenal ha sido durante muchos años el símbolo del alma del pueblo de Nicaragua. Si esta información es verdad, eso es la peor cosa para el prestigio de ese país. Nuestro poeta Pushkin escribía en su obra Mozart y Salieri que ‘el genio y la maldad son incompatibles’.

Tomado de Listindiario, www.listin.com.do

martes, agosto 19, 2008

Mi desafiliación de Izquierda Democrática

Quito, agosto 18, 2008

Doctor
Andrés Páez
Presidente Nacional de Izquierda Democrática

Estimado Andrés:

Frente a la decisión de Izquierda Democrática de apoyar el voto nulo en el referéndum del 28 de septiembre en el que se aprobará o no la Constitución de 2008, considero necesario realizar las siguientes observaciones:

1.- Nuestro país vive un momento de transformación histórica: el viejo poder se está desmoronando; su representación y el discurso que generó se convirtieron en prácticas vacuas y sin credibilidad. La ciudadanía tomó consciencia de que las conductas partidarias de antaño se redujeron a maniobras coyunturales en el recinto legislativo; que los partidos olvidaron la construcción de un proyecto de país sostenido por los ciudadanos; y que sus cuadros dirigentes no se rejuvenecieron. Por eso, en el referéndum para aprobar o no la Constitución de 2008 está en juego la posibilidad de un futuro de esperanza para nuestro país frente a la recomposición de esos grupos que anhelan el regreso del maridaje perverso que se dio entre el poder político y el poder económico.

2.- La Constitución de 2008, más allá de las observaciones puntuales que se le puedan hacer como parte del proceso de deliberación democrática, es, en términos generales, el marco institucional que requiere nuestra Patria para instaurar un régimen de justicia social con libertad, tal como Izquierda Democrática lo proclamó desde su fundación. Resulta paradójico que, cuando existe la posibilidad histórica de cambiar sustancialmente las relaciones de poder en nuestro país, la ID resuelva ponerse a espaldas de dicho proceso.

3.- Que los partidos que representan a la derecha política estén en contra de este proceso ciudadano y de la Constitución de 2008 no es de extrañarse: después de todo, su poder ha sido “el poder” y son la representación orgánica de los intereses que mantuvieron el injusto orden social y económico en el que ha vivido nuestro país y que ha sido afectado por este proceso. Pero que un partido que dice actuar bajo la ideología socialdemócrata y que siempre lideró la tendencia progresista no sintonice con la transformación política que la ciudadanía ha venido demandando es para mí, además de doloroso, un síntoma del olvido del pensamiento socialista democrático y de una práctica política capaces de concretar la esperanza de un país diferente.

4.- Estoy convencido de que promover el voto nulo en este referéndum es, en los efectos reales, oponerse a la posibilidad cierta del marco jurídico que nuestra gente reclama para la construcción de una sociedad más justa y solidaria. En la medida en que mantengo un pensamiento y una práctica política socialista y democrática, estoy a favor de la aprobación de la Constitución de 2008 en el referéndum del 28 de septiembre próximo.

En consecuencia, por lo dicho anteriormente, comunico a usted mi desafiliación de Izquierda Democrática, partido en el que milité desde junio de 1990.

Saludos cordiales,

Raúl Vallejo Corral

domingo, julio 20, 2008

La tradicional sencillez del buen contar

Existen acontecimientos de nuestra historia a los que todavía les hace falta más de una interpretación literaria que dé cuenta del espíritu que los envolvió. A la Costa, de Luis A. Martínez, por ejemplo, recuperó para la literatura las contradicciones espirituales que vivía nuestro país en medio de la Revolución Liberal, a finales del siglo XIX y comienzos del XX. En Las cruces sobre el agua, Joaquín Gallegos Lara, relata no solo el espíritu social que existía en los años en que tuvo lugar la matanza del 15 de Noviembre de 1922 sino que también hace de Guayaquil un personaje en construcción. Jorge Enrique Adoum, en Entre Marx y una mujer desnuda, disecciona el fracaso de una utopía enarbolada por una izquierda comunista incapaz de leer la realidad nacional que le tocaba transformar.

Si bien ha sido mencionado en varias obras, el trauma nacional del 41 ha esperado por más de sesenta años para que la palabra de la literatura lo ponga como el asunto principal de una novela, como sucede en Cuando tú te hayas ido, de Hugo Larrea Benalcázar. No se trata de una novela histórica, en el sentido estricto del término, sino de una novela embebida en la historia. Se trata de una novela en la que sus personajes viven la historia sin fatalismos ni heroicidades impostadas sino en la profundidad de lo cotidiano y las batallas de los seres comunes ante los acontecimientos que no pueden controlar. «La nación huele a moho», dice uno de los personajes que narra la novela: y en esa frase sintetiza el espíritu de un pueblo deseoso de manifestar su heroísmo y, al mismo tiempo, sometido por un gobernante cobarde y represor que contaba los días de su permanencia en el poder.

Cuando tú te hayas ido es también el retrato de una pequeña sociedad provinciana, de sus costrumbre y de su gente, en la mitad del siglo XX ecuatoriano y de la manera como éstos sufrieron, y lucharon a su modo, la Guerra del 41. En ese microcosmos, unas «melcochas bailables», sarao de jóvenes inocentes, es un acontecimiento en cuyo alrededor se juegan las tensiones sociales y políticas del momento y el asesinato de la prostituta Eudocia pone al descubierto todo el horror de la guerra en medio de lo cotidiano. Asimismo, la novela es el testimonio de esa resistencia heróica y anónima de una guerra que nos cubrió de vergüenza por la actitud antipatriótica del gobierno de Arroyo del Río: desde la literatura nos encontramos con el patriotismo de la gente de todos los días en un momento en que el espíritu de la nación se encontraba carente de liderazgo y de unidad.

La novela está narrada con un lenguaje que no por coloquial cae en lo vulgar y no por cotidiano deja a un lado las grandes reflexiones sobre la realidad histórica que están viviendo los personajes. El tono de la novela de Hugo Larrea tiene la chispa de los narradores orales, de aquellos buenos conversadores, de quienes saben la mejor de manera de contar una historia y atrapar la atención de su audiencia. Un sentido del humor, cotidiano también, atraviesa el texto: las frases en este sentido se multiplican y el lector no puede dejar de sonreír frente a ellas.

Esta novela no se propone ni la experimentación literaria ni la búsqueda de un nuevo lenguaje. Tampoco se ubica en las estéticas posmodernas de este milenio. Prefiere anclarse en la tradicional sencillez del buen contar. Hugo Larrea sabe manejar la intriga: la historia de Eudocia, que atraviesa la novela como historia de amor prostibulario se convierte, a medidad que avanza el relato, en una historia de horror atravesada por la conducta criminal de los fascistas y la complicidad de un gobierno corrupto.

Cuando tú te hayas ido, de Hugo Larrea Benalcázar, es una novela cuya fortaleza reside en la capacidad de las voces narrativas para contar una historia en la tradición de aquellos conversadores célebres. Una apuesta al valor de los jóvenes en los cambios que reclama una sociedad. Una recreación literaria del espíritu de aquellos años en los que la Guerra del 41 había sumido al Ecuador en la desesperanza y, al mismo tiempo, el testimonio de que no todo era oscuridad: de que, en el seno del patriotismo de la gente de todos los días, se fraguaba el germen de la rebeldía. Una novela dolida de Patria.

domingo, junio 15, 2008

Vallejo sucumbe a la poesía


El Telégrafo, 12 de mayo de 2008

"Me resistía a publicar poesía”, confiesa Raúl Vallejo (Manta, 1959), “Pero fui encontrando temas que tenían como vehículo expresivo este género”, agrega. Ese es el origen de Missa solemnis, su más reciente poemario.

El actual Ministro de Educación se inició como narrador en la década del 70 con Cuento a cuento cuento (1976). Desde ahí, su actividad literaria se desplegó en ese género con relativo éxito.

En 1992 obtuvo el premio 70 años de Diario El Universo por el volumen de relatos Fiesta de solitarios; luego, en 1999, su novela Acoso textual recibió los premios Joaquín Gallegos Lara y el Nacional del Libro; y, en el 2000, Huellas de amor eterno, fue premiada con el Aurelio Espinosa Pólit en la categoría de cuento.

Eso confirma que su trayecto en las letras ha sido largo, pero su incursión en la poesía es relativamente reciente. Cánticos para Oriana, su primer poemario, se editó en el 2003; y Crónica del mestizo, un poema con referentes históricos, fue publicado en el 2007.

Con Missa solemnis (Editorial Planeta, 2008) Vallejo pretende rendir un homenaje a la vida. Por eso escribió una Misa y no un Réquiem, a pesar de que fue un fallecimiento, el de su madre, en el 2004, lo que dio pie a la concepción de esta nueva obra.

...Una breve pausa en sus ocupaciones del Ministerio que dirige, permite a Vallejo recordar que inició la escritura de este libro cuando encontró el tono poético.

“Quiero entender al ser humano en su libertad, a partir de su expulsión del paraíso”

“El tono vino de dos descubrimientos: imaginar a María que acepta ser madre del Mesías y recuperar la oración tradicional bíblica”, explica.

La presencia de la mujer -no solo de María, sino también de Magdalena- y las citas que extrae de la Biblia son dos constantes en el texto.

Otra singularidad es la concepción del poema como un concierto de Música Sacra. “El magnificat”, también conocido como la ‘Anunciación a María’, un tema de música religiosa que se interpreta antes de las misas, es la apertura del poemario.

Le siguen el Kyrie, palabra que de origen griego y significa Señor, que es una canción que representa una parte invariable en la liturgia; la Gloria, el Credo, el Sanctus, el Padrenuestro, el Agnus Dei (en latín, Cordero de Dios), continúan. Sigue después con Las siete palabras de Cristo en la Cruz, el Stabat Mater (en latín, Estaba la Madre) y se cierra con la Resurrección y Ascensión de Cristo, además de una reescritura moderna del salmo 150.

“He trabajado en relación con los tópicos de la música sacra, reinterpretados a través de la palabra poética”, explica el autor de este libro.

“Busco construir una suerte de oración contemporánea”, reflexiona Vallejo, con respecto a la obra.

El autor, graduado en Letras en la Universidad Católica de Guayaquil, y Master en Artes por la Universidad de Maryland, dice que lo que él busca es “entender al ser humano en su libertad, a partir de su expulsión del paraíso”.

El escritor reconoce que ha sido complejo estructurar esta clase de poesía, porque tradicionalmente ha sido escrita solo por religiosos; además, en la literatura regular ha sido predominante el carácter heterodoxo y el sentimiento anticlerical.

Para el Ministro de Educación, el misticismo de este poema se expresa en el ritual mediante el cual se encuentran la voz poética con la divinidad. “Esta redención se logra mediante el sacrificio del Salvador en la Cruz”, precisa Vallejo, quien escribió la Resurrección y Ascensión a partir de los evangelios apócrifos de María
Magdalena, comenta.

Dicen los versos de esta parte final:“¿Cómo quieres que crean sin tocar las huellas/ de la crucifixión en tus manos y pies/ si sólo son hombres que deben/apacentar tus corderos huérfanos?/ Dirán de mí que soy la meretriz arrepentida/del placer que tomaron de un cuerpo de mujer/ los mismos hombres que la condenan y lapidan/ pero soy la que siguió el rastro de tu palabra hasta la hora del calvario”.

David Guzmán
dguzman@telegrafo.com.ec
Reportero - Quito

sábado, abril 19, 2008

Poesía mística


El Universo,
"En escena", abril 19, 2008





Raúl Vallejo presentó su libro Missa solemnis, en Guayaquil

La capilla del colegio San José La Salle se convirtió el pasado miércoles en un espacio para la poesía mística. La lírica al Todopoderoso del escritor mantense Raúl Vallejo, ministro de Educación, predominó con la presentación de su libro titulado Missa solemnis, del cual leyó algunos versos.

La participación del grupo coral de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), bajo la dirección de Byron Sotomayor, se intercaló con la intervención de amigos y conocidos del poeta ecuatoriano, quienes ofrecieron una semblanza de él y hablaron de su poemario.

María Isabel Cabezas, presidenta de la Federación de Establecimientos de Educación Católica (Fedec) de Guayas, resaltó que Missa solemnis es “poesía que encanta a Dios, que logra recoger varios momentos de la misa católica”.

David Samaniego, rector del colegio Ecomundo, describió a Vallejo a partir de los recuerdos del autor ecuatoriano Fernando Balseca, con quien compartió la escuela y el gusto por las letras. Señaló que “era muy aplicado, buen compañero y tenía ideales y el sentido de la responsabilidad”.

El narrador y profesor colombiano Diego Alejandro Jaramillo presentó el poemario. Dijo que en esta obra “se hace una exaltación de cada evento que lleva al hombre a ser partícipe de la muestra de amor más grande que pueda existir”.

Raúl Vallejo indicó que Missa solemnis nació luego de que su madre, Aída Vallejo de Corral, falleciera el 10 de enero del 2004. “La idea era hacer una oración en su memoria, una misa solemne que cantara a la vida”, agregó.

DIEGO A. JARAMILLO:

“Raúl Vallejo rompe con los esquemas tradicionales del misticismo y canta en un estilo libre y moderno”.

viernes, abril 04, 2008

Alart Quartet en La Compañía

Con los integrantes de Alart Quartet, en la Iglesia de la Compañía, el 17 de marzo de 2008


Bajo la bóveda cubierta de pan de oro de la Iglesia de la Compañía, frente al altar principal, paradigma del barroco colonial quiteño, Josep Colomé respiró hondo, alzó sus cejas espesas y agarrando con firmeza el arco de su violín atacó con mucho brío las primeras notas de la introducción de Las siete últimas palabras de Cristo, de Joseph Haydn. El concierto de Alart Quartet, aquella noche del 17 de marzo, en el marco del VII Festival de Música Sacra, en Quito, Ecuador, fue sublime —si es que esta palabra aún conserva el sentido filosófico que le diera Immanuel Kant y que tiene que ver con aquello que habita en el aire, como las notas de este cuarteto de cuerdas, y que logramos definir desde adentro de nuestro espíritu como excelso.

Participé del concierto no solo como espectador sino como la parte verbal de aquel y, por tanto, tuve el privilegio de sentir que ese liderazgo sereno del violín de Colomé incluía a mis palabras. Esa noche leí los poemas sobre las Siete palabras de mi libro Missa solemnis al comienzo de cada uno de los movimientos correspondientes. Me sentí inmerso en la fuerza expresiva que adquiere la música en las cuerdas de estos jóvenes intérpretes que llenaron la iglesia con una expresión cargada del dolor que asumimos en la muerte del Hijo, que “es tan sólo un hombre / íngrimo / dando la cara ante su muerte.”

El maestro rumano Sergiu Celibidache rehusó de por vida a que los conciertos que dirigía apareciesen en discos. Desde esta perspectiva, la música sólo puede ser música en el momento de ejecución de la partitura. Gracias al portal electrónico (www.josepcolome.com) he podido escuchar la Introducción de las Siete últimas palabras grabada por Alart Quartet en el Monasterio de Poblet: tiene la magia de lo perfecto pero carece de esa extraña fuerza que tuvo la interpretación de aquella noche y que le fuera dada por la vehemencia de Colomé: su profunda respiración, su tendencia a marcar el ritmo con el pie derecho, su ligera desconcentración ante un público que no dejaba de aplaudir al final de cada movimiento, los gestos de su cara para imponer el tempo y la tesitura tenue de aquellos momentos dramáticos de la obra de Haydn.

El liderazgo del violín fue claro y, aunque suene paradójico, también fue sutil en cada una de las sonatas. Jamás olvidó —y por el contrario permitió la total armonía del cuartero—, el trabajo de Josep M. Ferrando, en el segundo violín, Josep Puchades, en la viola, y Josep Trescoli, en el violonchelo. Y, aquí, sólo por una debilidad de aficionado, puedo decir que el violonchelo supo trabajar el diálogo con el primer violín en las partes en que fue requerido con ese grave lamento sonoro que la composición requiere del instrumento, sobre todo en el Largo de la Sonata I: “Los hombres son ciegos que coronan la gozosa ebriedad de sus lazarillos / extravío sediento de dioses en la inmensa soledad del Gólgota / coronación de olvido del Dios que sacrifican”, y en el de la Sonata VII, que es el momento en que Cristo encomienda su espíritu al Padre: “triste y solitaria trashumancia del Alma / hambrienta de infinito en los laberintos de lo humano / manumitida por las palabras agónicas del Hijo / que nos convida al ágape imposible en la mesa del Ausente.”

La interpretación de “El terremoto” cerró en un punto muy alto el desarrollo lírico del cuarteto. Unido a la última palabra este movimiento tuvo la fuerza musical necesaria que requiere el suceso: muerto el Hijo, la Naturaleza revienta de dolor y angustia de orfandad. Nuevamente el liderazgo de Colomé se hizo sentir; a ratos, levantándose levemente de su asiento, mientras tocaba, para multiplicar la fuerza que requiere el movimiento, el cuarteto fue impecable e implacable: Kant hubiera entendido que, en ciertas ocasiones, lo sublime —absolute, non comparative magnum, según su propia expresión en Latín— no reside únicamente en la razón del sujeto que observa sino también en la naturaleza del objeto observado: creo que en la noche de las Siete últimas palabras, más allá de nuestra razón crítica, Alart Quartet estuvo sublime.

Playa de Tonsupa, 02.04.08


domingo, marzo 30, 2008

Respuesta a insinuaciones perversas y cobardes

"En medio de las dificultades generadas por tantos años de abandono acumulados, sigo y seguiré luchando por hacer de la educación pública una educación de calidad y calidez pese a la palabra venenosa de quienes destilan amargura como tú."



Emilio Palacio:

Rechazo total y frontalmente, en tu manera de escribirlo y en lo que quisiste decir, las insinuaciones perversas y cobardes que haces en tu artículo "Borjarreísmo" (El Universo, 30.01.08) cuando escribes: "Tampoco [te refieres a Alfredo Vera] indagará en las cuentas de las decenas de militantes y ex militantes de la ID, amigos y parientes de Vera, que hoy disfrutan su cuota de poder, repartidos en los ministerios de aquí y allá." Como yo soy el único ministro que tiene un tipo de parentesco —político en este caso— con el arquitecto Vera, pues mi esposa es sobrina de aquél, y también soy militante de la ID, puedo colegir, sin estirar los sentidos de tu frase, que veladamente pretendiste echar lodo contra mí.

Tus insinuaciones son perversas porque, de manera taimada, tratas de generar sospechas sobre lo que es una trayectoria limpia y de servicio: la mía. Tus insinuaciones son cobardes porque, mañosamente, te escudas en las generalizaciones. Mis cuentas y bienes están declarados según la Ley; mis cuentas y bienes pueden ser revisados por los organismos de control según lo señala la misma Ley. En lo personal, no considero que la responsabilidad de dirigir un ministerio sea "disfrutar" de "cuota de poder" alguna: considero que es una manera de servir a nuestro país; y lo hago como una forma de cumplir con mis deberes de ciudadanía —asunto sobre el que he escrito desde años atrás como parte de mi trabajo intelectual—. Esa limitada visión del poder es tuya, la develas en tus palabras porque así entiendes tu espacio de poder en el diario: disfrútalo mientras te lo permitan tus patrones.

He trabajado con responsabilidad, dedicación y sentido ético desde que fui nombrado ministro por el presidente Alfredo Palacio y luego ratificado por el presidente Rafael Correa, generando políticas de Estado aprobadas por la ciudadanía mediante referéndum, buscando las diversas maneras de superar los problemas atávicos de la educación ecuatoriana, y ejecutando un plan de trabajo que no existió antes. En medio de las dificultades generadas por tantos años de abandono acumulados, sigo y seguiré luchando por hacer de la educación pública una educación de calidad y calidez pese a la palabra venenosa de quienes destilan amargura como tú.

Nada de mi trabajo va a ser manchado por la frustración con la que asumes tu militancia política de oposición —que la tienes disfrazada de periodismo crítico, y digo disfrazada porque éste último implica escribir con responsabilidad y no desparramar lodo con ventilador como lo hace tú—; yo sabré defender mi paso por la función pública y la modesta obra que he realizado con toda la entereza que me dan la ética de servicio que practico y, llegado el caso, las leyes que protegen la honra personal.

Como parte de mis derechos ciudadanos, exijo que, desde tu cuota de poder, publiques tal como está escrita esta carta en la sección "Cartas al Director" de diario El Universo.

Raúl Vallejo

sábado, marzo 29, 2008

Entrevista Express para la revista Vanguardia

Camisa diseñada por Alicia Cisneros para Raúl Vallejo


Las cosas que le dan miedo

Las alturas

Tengo vértigo: no me puedo arrimar a las barandas de los balcones y me es imposible subirme a una montaña rusa; en ese sentido, para mí, “el gusanito” ya es siniestro.

Ser secuestrado

La víctima de un secuestro queda en total indefensión; depende del humor de sus captores para sobrevivir; y la familia se siente tan cautiva como el secuestrado.

Muerte violenta

La muerte no me asusta sino la forma de morir. La peor para mí es una muerte violenta en la que alguien me acuchille el cuerpo, me degüelle o me asesine a machetazos.

Las cosas que lo enojan

Lidiar con borrachos

Sencillamente nos los soporto. Me molestan las estupideces que dicen, la impertinencia con la que se comportan, el estado en el que se desnuda la miseria humana.

Las poses intelectuales

Sobre todo la de aquellos que se las dan de “atormentados”, o “malditos”; o la de quienes creen que sólo se puede ser escritor o artista si se vive fuera del país.

La prepotencia

La de los políticos que abusan del poder; la de quienes consideran inferiores a los que no leen lo que ellos leen; o la de los periodistas que se creen la estrella de un reportaje.

Los papelones en su vida

Viuda feliz

Había fallecido el papá de un amigo y, como me pongo nervioso en los velorios, me acerqué donde la mamá de mi amigo y, al abrazarla, le dije: “¡Felicidades, señora!”.

Confianzudo

Trabajé unos meses como reportero y tenía mi primera entrevista con el alcalde Bolívar Cali. Cuando empezó la entrevista me dirigí al alcalde diciéndole: “Don Bolo…”.

Desafinado

En un programa de TV, la Caja de Pandora, canté a capella “La barca”. El productor puso la música después. El resultado fue una versión musical como para el naufragio.

Publicada en Diciembre de 2006

Respuesta a 11 preguntas de Xavier Oquendo

Portada de la primera edición de Madame Bovary, de Gustav Flaubert.
Si quiere ver la portada en tamaño natural, vaya a:
http://books.google.com.eg/books

1. ¿Cuáles son los tres títulos de la literatura universal a los que se acerca constantemente a releerlos?

Me gusta releer al azar de tanto en tanto algún capítulo de El Quijote, sobre todo de la segunda parte, y en cada ocasión el caballero de la triste figura se me reafirma como el símbolo del anhelo humano de vencer el cinismo de la realidad; otro libro es Cien años de soledad, con él descubro una escritura tan sentimental como los boleros, tan profunda como la filosofía, tan sostenida en la construcción de la frase como si la palabra emanara voluptuosidad; y con Madame Bovary asisto sin dejar de asombrarme a la exactitud matemática de la construcción del personaje y al drama de la gente común convertido en testimonio de la condición humana.
2. ¿Qué haría por obtener un ejemplar de la primera edición de algún libro famoso de la literatura y Cuál sería ese título?

No haría nada. Ningún libro, por famoso que sea, merece ser víctima del fanatismo religioso de los coleccionistas. Detesto la caza de reliquias de cualquier tipo. Pero si quiere una respuesta afirmativa le digo que buscaría en google y pegaría la carátula en mi blog!
3. ¿En qué libro ha encontrado su definición de “Vida”?

Como todo en la existencia, el concepto de “vida” que uno asume también varía. Cuando tenía 23 años, me identificaba con una frase de Truman Capote en el capítulo “Una hermosa criatura” de su libro Música para camaleones que dice: “¿Por qué la vida tiene que ser tan jodidamente podrida?”. No es que haya abandonado esa visión pesimista de la vida, pero ahora siento que la existencia es breve y por ello la vitalidad del instante se vuelve indispensable: en uno de sus famosos robaiyyat, Omar Jayyam escribe: “La esencia de esta vida y el ser del mundo son / un sueño, una quimera, un engaño, un instante” y en otro, concluye: “si todo en este mundo dejará de existir, / tú, supón que no existes; y ya que existes, goza.”
4. ¿Qué historia de amor de la literatura le hubiera gustado vivir?

En general las historias de amor de la literatura son tan dolorosas que las personas seríamos incapaces de vivirlas con todas sus consecuencias. Sin embargo, la relación amorosa de Pablo y Lulú, en Las edades de Lulú, de Almudena Grandes, es una historia que me hubiera gustado vivir por la manera cómo la experiencia de la sexualidad llevada al límite, devela el poder del amor vivido en la plenitud de la libertad.
5. ¿Qué obra de la literatura le gustaría ver en el cine?

Rayuela, de Julio Cortázar, por el desafío que implica su traslación de sentidos y de su propuesta de lectura al lenguaje cinematográfico.
6. ¿Con qué autor de la literatura le hubiera gustado conversar y compartir en una velada bohemia?

Con Henry Miller, por su espíritu vitalista; con Henrich Böll, por su compromiso ético; con Julio Cortázar, por su inteligencia serena.
7. ¿A qué autor de la literatura universal considera injustamente olvidado?

En la historia literaria existen propuestas estéticas dominantes en cada periodo y por ello algunos autores pasan a segundo plano; después de cierto tiempo, esos mismos autores son retomados por una nueva generación de escritores y vuelven a convertirse en iconos del chismorreo del mundo literario. Considerando este marco fatal, siento que Dostoievski es un autor que no se está leyendo con la intensidad con la que merece ser leído por todas las generaciones, sin que importe cuál sea su propuesta estética.
8. ¿A qué autor de la literatura universal considera sobre valorado por la crítica y el tiempo?

No me atrevo a descalificar a nadie que haya sobrevivido al paso implacable del tiempo y de la crítica, pues mi descalificación únicamente sería expresión de la insolente soberbia del gusto.
9. ¿Qué personaje de la literatura le hubiera gustado que exista, efectivamente?

Ignatius Reilly, de La conjura de los necios, de John Kennedy Toole.
10. ¿En qué personaje de la literatura se ha visto reflejado en virtudes y defectos?

En Hans Schnier, el narrador protagonista de Opiniones de un payaso, de Heinrich Böll.
11. ¿Cuáles son las cinco palabras que utiliza con obsesión en su literatura?

Soledad, espíritu, profundo, efímero, vida.


(Entrevista inédita)